jueves, 24 de septiembre de 2009

Contra el fundamentalismo y el falso dogmatismo laico

¿Existe Libertad de Opinión en la Iglesia?
"In dubiis libertas, in necesariis unitas, in omnia charitas".
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In dubiis libertas, in necesariis unitas, in omnia charitas”,
"En la duda libertad, en lo necesario unidad, en todo caridad".
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Con esta sentencia de San Agustín se ponía fin a una larga discusión sobre los márgenes de acción intelectual que los cristianos teníamos dentro de la Iglesia.
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¿Qué quiere decir esto? Que salvo en materias que son dogmas de fe - es decir, son obligatorias siempre y en todo lugar para todos los católicos sin excepciones ni restricción, debemos creer aquello que la Iglesia nos manda creer y que el Santo Padre ha enseñado con las estrictas condiciones que supone su infalibilidad - tenemos libertad de opinar y pensar lo que sea siempre que nos mantengamos fieles en el espíritu a las dos fuentes de revelación que son las Sagradas Escrituras y la tradición.
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Esta prerrogativa es garantizada, dentro de la Iglesia, aún en el nuevo Código de Derecho Canónico en el canon 212 que no sólo se reconoce el derecho sino que inclusive a veces el deber de expresar la opinión, hasta de manera pública, por parte de los fieles.
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A quienes estudiamos con frecuencia el legado de los Santos Padres y los escritos y documentos que depositaron en nuestras manos todos los santos, papas, concilios, etc., nos resulta difícil conciliar el contraste patente entre el espíritu de libertad y de vida bullente de los primeros tiempos y de la Edad Media con el espíritu moderno que suprime muchas veces esta libertad en pro de una mal entendida fidelidad al Sumo Pontífice o a la Iglesia.
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Y la verdad es que tenemos libertad de opinión en todo lo que deseemos mientras no caigamos en contradicción con lo dogmático.
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En las universidades medievales, por ejemplo, podíamos ver enfrentarse santos respecto a materias importantes sin que por esto se excomulgasen mutuamente, se condenasen o la Iglesia apartase a uno de ellos en beneficio de otro por su simple opinión, aún cuando fuese manifiestamente contraria al pensamiento general de los fieles y del magisterio.
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Pongamos un ejemplo para ilustrar mejor la cuestión: santos, papas y documentos de primer nivel apoyan la idea de que María Santísima no murió sino que durmió y desde ese estado fue elevada en cuerpo y alma a los cielos. Otra porción de santos, papas y documentos apoyan la idea de que murió y fue elevada en cuerpo y alma a los cielos como lo sostiene el papa Pío XII en la parte no dogmática del mismo documento en que define el Dogma de la Asunción de Nuestra Señora. ¿Qué es obligatorio creer de esto? Lo que el rosario nos recuerda, esto es, que subió al cielo en cuerpo y alma.
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Los motivos a favor de la primera tesis son los siguientes: si Nuestra Señora fue concebida sin pecado (dogma de la Inmaculada Concepción, obligatorio de creer) no pudo morir ya que esto es consecuencia del pecado original. Dios, entonces, la habría preservado de esta penosa circunstancia y habría querido hacerla en todo hija predilectísima de Su corazón y la habría atraído al cielo en las condiciones comentadas.
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La segunda tesis cree ver en Nuestra Señora un amor tal a su Hijo que quiso compartirlo todo con Él, incluso la muerte y así asimilarse más a El. Por lo mismo, habría muerto y luego habría resucitado para ascender a los cielos como decíamos.
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En lo personal, todo católico tiene libertad para pensar, argumentar y creer cualquiera de las dos formas mientras no niegue su asunción a los cielos.
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Impresiona mucho a los seglares poco acostumbrados al estudio de la historia de la Iglesia y de la teología que una materia tan importante y que toca a la criatura más importante del universo, por quien tenemos más amor que a ningún otro ser creado, esté sujeta a tamaña libertad de opinión. Sin embargo, ni los primeros ni los segundos son herejes, cismáticos o infieles a la Iglesia, ni pecan de falta de devoción a la Santísima Virgen.
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Y así como es en este tema, lo es con muchísimos otros. Las únicas condiciones que nos pide la Santa Iglesia, madre y maestra de la Verdad, son que mantengamos caridad en todo momento del debate, fidelidad a la doctrina, respeto por los pastores y espíritu de unión con las verdades primordiales reveladas por Dios en las Sagradas Escrituras y la Tradición de la Iglesia.
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Hoy en día asumimos con demasiada frecuencia, lamentablemente, tesis fundamentalistas y fanáticas que cierran toda puerta al crecimiento espiritual de la Iglesia. Y es que sólo la autoridad eclesiástica puede condenar una tesis como herética. Tengo a mano una edición del Catecismo Mayor prescrito por SS Pío X (Ediciones Magisterio Español, Madrid, 1973) que recomiendo a los lectores por constituirse como un breve manual de fe que conviene estudiar diariamente para formarnos en doctrina. Aquí leemos: “¿Quiénes están fuera de la verdadera Iglesia? – Están fuera de la verdadera Iglesia los infieles, los judíos, los herejes, los apóstatas, los cismáticos y los excomulgados”. Más adelante define: “¿Quiénes son los herejes? – Herejes son los bautizados que rehusan creer una verdad revelada por Dios y enseñada como de fe por la Iglesia católica; por ejemplo, los arrianos, los nestorianos y varias sectas de los protestantes. ¿Quiénes son los apóstatas? – Apóstatas son los que abjuran, esto es, niegan con acto externo la fe católica que antes profesaban. ¿Quiénes son los cismáticos? – Cismáticos son los cristianos que, sin negar explícitamente ningún dogma, se separan voluntariamente de la Iglesia de Jesucristo, esto es, de sus legítimos Pastores. ¿Quiénes son los excomulgados? Excomulgados son aquellos que por faltas gravísimas son castigados por el Papa o por el Obispo con la pena de excomunión, en cuya virtud son, como indignos, separados del cuerpo de la Iglesia que espera y desea su conversión” (artículos 226, 229, 230, 231 y 232).
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Cito esto para ilustración de los lectores y para ayudar a la comprensión de las verdaderas dimensiones del cisma o de la apostasía. Quiero decir que no rompiendo la unión con el Santo Padre como autoridad y con la fe como dogma, tenemos plena libertad de acción.
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Por prudencia la Iglesia ha debido condenar muchos excesos contemporáneos, pero no por eso debemos asfixiar la libertad de pensamiento y de acción que existe en la Iglesia.
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El Señor nos enseña que la Iglesia es un gran árbol, con una copa inmensa y acogedora, en la cual distintos pájaros vienen a hacer sus nidos en diferentes ramas. ¿Cómo no conmovernos ante esta bellísima descripción de la Iglesia? Benedictinos y franciscanos, jesuitas y carmelos, cartujos y salesianos... ¿No son en apariencia contradictorios o muy distintos si se analizan inflexiblemente y por partes? No, porque cada pertenece a este gran árbol y ninguno de ellos se aparta de la Iglesia, como nadie se aparta por sostener opiniones distintas a las que otros sostengan.
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Queda un último factor importante de resaltar: la falsa obediencia a la autoridad eclesiástica. Con esto deseo señalar un error frecuente que observo en los fieles y consiste en creer que por la misma investidura toda opinión emanada de la autoridad debe ser asumida como dogma de fe. Y sabemos que la Iglesia se compone de hombres y que los hombres son falibles. No digo con esto que necesariamente toda la enseñanza de la Iglesia sea errada, ya que esto constituiría una aberración por negar la acción del Espíritu Santo en la Iglesia. Si un sacerdote opina como mejor el color rojo para un automóvil, y yo creo como mejor el verde, no por eso me expongo a la excomunión o al cisma. Y así con todo lo que no sea materia de fe y de dogma. Y si, por desgracia, en la jerarquía algún (os), en un momento dado, se separaran de modo evidente de la enseñanza perenne en materias definidas por el Magisterio, corresponde por un deber de caridad, al fiel, actuar al tenor del canon mencionado.
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Junto con esto se presenta anexo otro problema y es una falsa humildad. Todos los fieles podemos opinar aunque la prédica esté reservada sólo a los consagrados por sacramento para ello. Es decir, los fieles también pueden y deben opinar mientras lo hagan con conocimiento, buena fe y celo por la salvación de las almas. También el código de derecho canónico nos recuerda que los fieles juegan un papel auxiliar en la labor pastoral del Obispo y que constituye una obligación indicar y anunciar los problemas y perspectivas que pueden contribuir a su mejor gobierno.
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Aún incluso podríamos diferir de la opinión del Santo Padre, sin caer en cisma, apostasía, herejía o excomunión. Descarto, evidentemente la rebelión abierta o escondida, el espíritu pecaminoso de contradicción, la exhibición fatua de conocimientos o incluso la maliciosa interpretación de sus pronunciamientos. Nosotros le obedecemos por amor y fidelidad, pero sus pronunciamientos y documentos no son dogmáticos sino directivas pastorales importantísimas para el buen gobierno de la Iglesia y del mundo; ese mismo amor y fidelidad pueden obligarnos, en un momento dado, a disentir respetuosamente.
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¿Qué quiere decir esto? Que cualquier autoridad puede equivocarse, como cualquier laico puede equivocarse. Sólo el Santo Padre, cuando enseña en cuanto tal, y en las condiciones especialísimas denominadas ex cátedra, es infalible aquí, ahora y en todo momento y lugar.
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Deseo llamar a los lectores a una profunda reflexión sobre el estado de abatimiento en el trabajo intelectual dentro de la Iglesia y a estimularles recordándoles la virtuosa libertad para trabajar en todo aquello que sea importante para la salvación de las almas, la gloria de Dios y el advenimiento de Su Reino. Para ello no es necesario que caigamos dentro del renacentista defecto del intelectualismo hermético en sus términos y arduo en su exposición. Discutamos, como en las épocas primaverales de la espiritualidad cristiana, y luchemos por echar luz y sabor al mundo según la máxima evangélica: Iglesia somos todos, y el Santo Padre nos llama, nos urge a una nueva evangelización, nueva en métodos y eterna en principios que la inspiran.
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Dios sea alabado y María glorificada en sus santos, sus mártires y todos los devotos fieles que les aman de verdad.
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Así que, hermanos míos amados, procurad estar firmes, inconmovibles, aventanjándoos en la obra del Señor continuamente, sabiendo que vuestra fatiga no es vana en el Señor (1 Cor. 15, 58)

domingo, 6 de septiembre de 2009

Roma debería hacer algo similar...

A propósito del Falso Ecuménismo con los Cismáticos Ortodoxos..



Mientras la Santa Sede desde el Vaticano II sigue sacrificando todo en favor del Falso Ecumenismo, los cismaticos ortodoxos no dudan en fortalecer sus esfuerzos para condenar el ecuménismo practicado por las religiones "cristianas", en especial la Iglesia Católica, la cual acusan de tratar de establecer en el mundo "Una Religión Universal" por encima de la Iglesia fundada por Nuestro Señor Jesucristo. Entre sus acusaciones podemos notar que existen elementos verdaderos, que cualquier cristiano debe profesar, como lo es, Una Sola Iglesia, Una Sola Fe. Claro esta que como en todo Cisma, también existen errores doctrinales graves, consecuencia de su ceguera y de su odio a la Santa Iglesia Católica y al Papado.
3.
Este anti ecumenismo de los "ortodoxos", es la causa por la que el Papa Juan Pablo II no pudo pisar territorio Ruso. El "santo sinodo ruso" liderado por el fallecido patriarca Alexey II exigía a Juan Pablo II que abjurara los dogmas católicos y abrazara la religión ortodoxa. En tanto el Papa Wojtila, hombre decididamente "Ecumenico", no dudo en seguir sacrificando todo en favor de los discidentes, como sucedió con los "Acuerdos de Balamand" entre "católicos y ortodoxos", que prohiben el trabajo misionero de la Iglesia católica entre el pueblo cismatico, ademas que se permite a los católicos asistir a los sacramentos administrados por los sacerdotes ortodoxos, y se les exhorta a que si quieren "ser ortodoxos o católicos", nadie les puede presionar. Otro gesto ecumenista de Juan Pablo II fue el de la antigua Iglesia de San Teodoro en Roma, que fue cedida a los ortodoxos para su culto, incluidas las reliquias de San Juan Crisostomo y San Gregorio Nacianzeno. Todos estos gestos, son contrarios a la naturaleza misma de la Iglesia, ademas que son una traición a los santos martires que llevaron la verdadera fe católica a los pueblos atrapados en el cisma de Focio.
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Es preciso darse cuenta que el Ecuménismo que Roma practica desde el Vaticano II desvirtua nuestra Fe, y pone a la Iglesia en las manos de sus enemigos como sucede con los Judíos. Quiza es preciso que la Jerarquía actual siga el ejemplo de los ortodoxos, en lo relativo a defender la verdadera Doctrina frente a los errores contemporaneos. Ya que ellos (los ortodoxos) estan concientes, que si no se aferran a la antigua tradición de los Concilios y de los Santos Padres, su Iglesia se encamina a la apostasía, cosa que la Jerarquía del Vaticano II se niega a reconocer con tantas declaraciones contrarias a la Fe siempre creida. La "profesión de fe" ortodoxa, que muestro a continuación es algo que la actual Jerarquía deberia imitar, para contrarrestar el daño que el modernismo y el liberalismo han hecho a la Iglesia desde el Concilio.
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A continuación la supuesta profesión de "fe ortodoxa" contra el Ecuménismo, que se puede dividir en dos partes: La parte Doctrinal y la parte de su odio hacia Roma.
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PROFESION DE DE FE CONTRA EL ECUMENISMO

ASAMBLEA DE CLERIGOS Y MONJES ORTODOXOS

ABRIL DE 2009

(Parte Doctrinal).

Aquellos de nosotros, que por la gracias de Dios, seguimos los dogmas de la piedad y aquello que nos dice la Iglesia una, santa, católica y apostólica, creemos esto:

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El único camino de la salvación para la humanidad está en la fe en la Santísima Trinidad, en las obras y enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo y su permanencia dentro de su Cuerpo, la Santa Iglesia. Cristo es la verdadera Luz y no hay otras luces que puedan iluminarnos ni otro nombre que pueda salvarnos. No hay salvación fuera de Él. Todas las religiones y creencias que ignoran y no confiesan a Cristo que se ha hecho hombre son obras humanas y obra del diablo que no llevan al verdadero conocimiento de Dios y al renacimiento por medio del Bautismo divino sino que descarrían a los hombres y los conducen a la perdición.

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Como cristianos que creemos en la Santísima Trinidad no tenemos el mismo Dios que las otras religiones, ni nuestro Dios es el de las llamadas religiones monoteístas, el judaísmo e islamismo, que no creen en la Santísima Trinidad. Durante dos mil años, la Iglesia fundada por Cristo y guiada por el Espíritu Santo ha permanecido estable e inquebrantable en la Verdad salvadora que nos enseñó Cristo, y que fue entregada por los Santos Apóstoles y conservada por los Santos Padres. No cedieron a las persecuciones crueles de los judíos y de los idólatras durante los tres primeros siglos; Ella presenta una ingente multitud de mártires y salió victoriosa demostrando así su origen divino. Como dice san Juan Crisóstomo “Nada es más fuerte que la Iglesia.

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Si usted lucha contra un hombre, puedes vencer o ser vencido, pero si luchas contra la Iglesia, no podrás nunca ganar pues Dios es el más fuerte de todos. Después de que cesaran las persecuciones y triunfara la Iglesia sobre sus enemigos, los judíos y los paganos, los enemigos internos de la Iglesia comenzaron a multiplicarse y a fortalecerse. Las diversas herejías comenzaron a aparecer para derrocar y adulterar la fe y para que los creyentes se confundieran y se debilitara su confianza en la verdad del Evangelio y en la tradición. San Basilio el Grande nos habla acerca del periodo cuando apareció la herejía de Arrio: “Los dogmas de los padres han sido desatendidos, las tradiciones apostólicas se han marchitados, se tiene en cuenta las invenciones de los más jóvenes de la Iglesia; lo que tendrían que ser teologizados se erigen en teólogos, la sabiduría de este mundo se alza soberbia empujando la sabiduría de la Cruz, se envían lejos a los pastores y en su lugar se meten lobos feroces en el rebaño de Cristo”.

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La Iglesia , por medio de sus Jerarcas y Santos Padres definió y delimitó la Fe Ortodoxa, tomándola como baluarte en contra de sus enemigos, por medio de las decisiones de los Sínodos locales y los Concilios Ecuménicos iluminando las cuestiones dudosas con el acuerdo general de los Padres en materia de fe. Por ello nosotros seguimos las enseñanzas de nuestros Santos Padres y no podemos por lo tanto mover los límites que ellos establecieron ya que constituyen la regla segura y recta para la vida y la Fe Ortodoxa.

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Por consiguiente, los puntos básicos de nuestra Confesión son lo siguientes:

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1. Mantenemos inamovibles y sin alteración todo lo que los Sínodos y Concilios han instituido. Aceptamos lo que ellos aceptan y condenamos lo que ellos condenan. Evitamos además la comunión con los que innovan en materias de Fe. Nosotros ni agregamos ni quitamos enseñanzas ni las alteramos. Ya San Ignacio de Antioquía en su epístola a San Policarpo de Esmirna escribió: “Cualquiera que afirme algo en contra a lo que se ha decretado, aunque sea bueno en obras, aunque ayune y sea célibe, y aunque realice señales y prodigios, es un lobo con piel de oveja que a lo que aspira es a la corrupción de las ovejas” San Juan Crisóstomo interpretando las palabras del Apóstol Pablo: “Si alguno os predicara un Evangelio distinto a éste, sea anatema” observa que el Apóstol no dice si es mucho o poco lo contrario al Evangelio, sino aunque sea una ínfima parte o tan siquiera una insinuación, a de ser declarado anatema. Al anunciar sus decisiones contra los Iconoclastas al clero de Constantinopla, el VII Sínodo Ecuménico escribió: " Nosotros hemos seguido la tradición de la Iglesia católica, sin hacer omisión ni redundancia, sino que hemos enseñado lo que nos transmitieron los Apóstoles y mantenemos las tradiciones que hemos recibido aceptando y respetando todo lo que la Iglesia Santa y Católica recibió en sus primeros años, tanto lo escrito como lo no escrito, sin hacer ninguna concesión ni innovación dentro de ella y sin quitar nada. Por consiguiente, siguiendo las leyes de los Padres, y habiéndolo recibido todo como un don del Espíritu Santo, hemos salvaguardado todas las cosas de la Iglesia debidamente sin innovaciones ni reducciones.

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Con los Santos Padres y Sínodos, también rechazamos y anatomizamos todas las herejías que han aparecido a lo largo de la historia de la Iglesia. De las herejías antiguas que han sobrevivido hasta el momento actual condenamos el arrianismo, que todavía sobrevive en los pseudo-testigos de Jehová, y el monofisismo, tanto en la forma extrema de Eutiquio, como en la moderada de Dióscoro, según lo que dicen las decisiones del IV Concilio Ecuménico de Calcedonia y las enseñanzas cristológicas de los grandes Padres y Maestros San Máximo el Confesor, San Juan Damasceno y San "Focio" el Grande (1 ), así como lo contenido en los himnos de nuestro sagrado culto.

(Parte contra la Iglesia Romana).

Acusaciones hereticas de antaño efectuadas por los Focianos..

. 2. ...., consideran el papismo como una herejía porque aparte del filioque introdujo otras falacias, como la primacía y la infalibilidad del Papa, el pan ázimo, los fuegos de Purgatorio, la concepción inmaculada de la Madre de Dios, la Gracia creada, la compra de la absolución por medio de las indulgencias...

Vaticano II y su "aggiornamiento.

El papismo contemporáneo se ha desviado muchísimo más de lo que lo hizo el papismo medieval de las enseñanzas de la Iglesia. Ha reforzado los grupos carismáticos, supuestamente centrados en el Espíritu Santo. Ha adoptado muchísimas innovaciones en el culto divino permitiendo bailes y el uso de instrumentos. Ha acortado y estropeado esencialmente la Liturgia Divina. En el area del Ecumenismo ha sentado las bases de la religión universal con el II pseudo-concilio Vaticano reconociendo la vida espiritual de las personas de otras religiones. El minimalismo dogmático lo ha llevado al minimalismo moral teniendo como resultado los fracasos morales de los clérigos con un aumento de la homosexualidad y pedofilia. Hablando en general, en el papismo ha habido un cambio radical y un giro al protestantismo después del II pseudo-concilio Vaticano, adoptando incluso varios movimientos espirituales propios de la New Age.

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....... Los papas posteriores al cisma son herejes y han dejado de ser los sucesores del trono de Roma; ellos ya no tienen la sucesión apostólica, porque ya no profesan la fe de los Apóstoles y de los Padres. Es por ello que con el papa no tenemos ninguna comunión y lo llamamos hereje a causa de su blasfemia contra el Espíritu Santo con su enseñanza del filioque....

3. Las mismas cosas han de aplicarse al protestantismo que como descendiente del papismo ha heredado todas sus herejías añadiendo aún nuevas. Ha rechazado la Tradición aceptando sólo la Sagrada Escritura que interpreta por lo tanto erróneamente, ha abolido el Sacerdocio como Sacramento, la veneración de los Santos y de los Iconos; ha difamado a la Madre de Dios; ha rechazado el monaquismo; de los Santos Misterios sólo acepta el Bautismo y la Eucaristía aunque alterando en ellos la praxis y la tradición de la Iglesia. Enseña, siguiendo las enseñanzas del impío Calvino, la predestinación absoluta y la salvación sólo por la fe. Además ha introducido el sacerdocio femenino y el matrimonio entre personas del mismo sexo y sobre todo ha perdido la eclesiología tal y como aparece en la Tradición Ortodoxa y que es inexistente entre ellos.

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4. La única manera en que puede restaurarse nuestra comunión con los herejes es si ellos renuncian a sus falacias y se arrepienten, para que pueda haber una verdadera unión y paz y así se de una unión con la Verdad, y no con la falacia y la herejía. Para la incorporación de herejes a la Iglesia, la precisión canónica requiere que ellos sean aceptados a través del Bautismo. Su bautismo " anterior ", realizado fuera de la Iglesia sin la triple inmersión y emersión en el agua santificada, y realizada por un sacerdote no ortodoxo, no es de ninguna manera Bautismo. Le falta la Gracia del Espíritu Santo que no está dentro de los cismas y herejías, y como a tal, nosotros no tenemos nada en común con ellos, ni nada nos une. Como dice San Basilio el Grande " En cuanto a aquéllos que se han distanciado de la Iglesia, no tienen en ellos ya la gracia del Espíritu Santo, la transmisión ha cesado con aquéllos que han interrumpido la sucesión. En cuanto a los que se han separado, son como los laicos y no tiene autoridad alguna para bautizar u ordenar imponiendo sus manos y son incapaces de transmitir la Gracia del Espíritu Santo de la que se han alejado y separado. Por eso encontra de lo que dicen los ecumenistas que se esfuerzan en afirmar que tenemos un bautismo común con los herejes hemos de decir que esto es totalmente falso e infundado así como lo es también su afirmación de que es posible conseguir la unidad de la Iglesia con esta supuesta unidad bautismal. Uno entra y se convierte en miembro de la Iglesia no con cualquier bautismo, sino con el único Bautismo, correctamente celebrado y oficiado por un Sacerdote que haya recibido el Sacerdocio de la Iglesia.

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5 Puesto que los herejes continúan permaneciendo en su falacia, nosotros evitamos la comunión con ellos, sobre todo en la oración común. Los Santos Cánones en su integridad no sólo prohíben oficiar con ellos y rezar juntos en los templos sino incluso las oraciones privadas. Esto es debido por el amor a los fieles de la Iglesia primitiva y por la preocupación de su salvación y cuidado pastoral de los creyentes para que no cayeran en las herejías. Se ha de amar en todo la Verdad y odiar la mentira, por eso cualquier amor y acuerdo con ellos serían falsos. San Juan Crisóstomo nos dice: “No es preferible la armonía a la Verdad y es preferible la muerte a traicionarla” ..... .

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6. hasta principio del Siglo XX, la Iglesia mantuvo claramente su posición firme e inmutablemente frente a todas las herejías y los herejes anatomizándolos a cada uno separadamente tal y como claramente está formulado en el Sinodicón de la Ortodoxia que se recita en el Domingo de la Ortodoxia. Además para que ninguno quede olvidado hay un anatema general al final del texto: “Que todos los herejes sean anatema”Desgraciadamente esta posición que se mantenía firme en la Iglesia comenzó a abandonarse gradualmente después de la encíclica del Patriarca Ecuménico publicada en 1920 llamada “A todas las Iglesias de Cristo” en la cual se llama por primera vez iglesias a las herejías. Recomendó que se volviera a encender y reforzar el amor entre las Iglesias, no pensando que somos extranjeros, sino que estamos relaccionados y somos familiares en Cristo, y co-herederos y co-incorporado en la promesa de Dios en Cristo " (ver I.Karmiris', " Los Monumentos Dogmáticos y Simbólicos de la Iglesia " católica Ortodoxa, vol. 2, página 958). Esto abría la adopción, el formando y el desarrollo dentro de la esfera de la Iglesia Ortodoxa, de la invención inicialmente protestante - y ahora con la aceptación papal - la herejía de Ecumenismo; el camino estaba abierto para la panherejía del ecumenismo que adopta y legaliza todas las herejías como iglesias, insultando el dogma de la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica. se desarrollo e impulsó por patriarcas y obispos un nuevo dogma con respecto a la Iglesia y una nueva eclesiología. Según esto ninguna Iglesia se apropia exclusivamente del carácter de católica y verdadera Iglesia, siendo cada uno de ellos una parte y no la Iglesia entera formando la Iglesia todos juntos.

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Todos los límites que los Padres habían puesto se han rasgado marcando una linea divisoria entre la herejía y la Iglesia, entre la verdad y la falacia. Ahora las herejías son iglesias y se dice de los papistas que somos iglesias hermanas en las que Dios ha confiado, junto a nosotros, el cuidado por la salvación de humanidadLa Gracia del Espíritu Santo ahora también existe dentro de las herejías, y por consiguiente sus bautismos y demás sacramentos son considerados válidos. Todos los que han sido bautizados en cualquier herejía son considerados miembros del Cuerpo de Cristo, de la Iglesia. Las condenas y anatemas de los Sínodos y Concilios quedan sin valor quedando heridos los libros litúrgicos. Pertenecemos ahora al “Consejo Mundial de las Iglesias” traicionándonos a nosotros mismos en nuestra eclesiología. Hemos despreciado el dogma de la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica, el dogma de un solo Señor, una sola Fe, un solo Bautismo.

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7. Este sincretismo cristiano se ha extendido a las demás religiones que quedan igualadas a la única en la que Dios reveló por medio de Cristo, atacándose no sólo el dogma de la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica, sino también el dogma fundamental de la Revelación y salvación de la humanidad por medio de Jesucristo. Esta es la peor falacia imaginable, la herejía más grande de todos los siglos.

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8. Nosotros creemos y confesamos que sólo en Cristo es posible la salvación. Las religiones del mundo y las herejías sólo conducen a la perdición. La Iglesia Ortodoxa no es que sea únicamente la verdadera Iglesia, sino que es la única Iglesia. Ella solo ha permanecido fiel al Evangelio, los Sínodos y los Padres, y por consiguiente Ella solo representa la verdadera Iglesia Católica de Cristo. Según San Justin Popovic el ecumenismo es un nombre para las pseudo-iglesias de Europa Occidental pero su nombre real es “panherejía”Esta panherejía ha sido aceptada por muchos patriarcas ortodoxos, arzobispos, obispos,clérigos, monjes y laicos. La enseñan descaradamente y la ponen en práctica comulgando con los herejes con las oraciones comunes, intercambio de visitas y colaboraciones pastorales, situándose fuera de la Iglesia. Nuestra posición siguiendo los Concilios y disposiciones canónicas y el ejemplo de los Santos es obvio. Cada uno debe ahora ser responsable de sus actos.9. Hay también responsabilidades colectivas e individuales en nuestros Jerarcas y teólogos. Nosotros les decimos a ellos con temor de Dios y amor que su posición y apertura a las actividades del ecumenismo es censurable por:a- Ellos dudan en la práctica de la Patrística Ortodoxa, la Tradición y la Fe.b- Ellos están sembrando la duda en los corazones de su rebaño que lo único que produce es sentimientos de división.c- Por esto están conduciendo a su rebaño al error y al desastre espiritual.Declaramos por consiguiente por las razones mencionadas que aquellos que se mueven dentro de la irresponsabilidad del Ecumenismo y que la sostienen dentro de la Iglesia se oponen a la Tradición de nuestros Santos Padres y por lo tanto se oponen a ellos.

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Esta es la razón por lo que su posición debe condenarse y rechazarse por la integridad de los Jerarcas y de los fieles.

La Confesión de Fe ha sido firmada por... (no vale la pena colocar el nombre de los cismáticos que han firmado este documento)

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Han sido omitidos fragmentos hereticos y blasfemos contra la Verdadera Doctrina Católica.

Esperemos que la Santa Iglesia Católica vuelva a ser el faro de Verdad e ilumine a todas las naciones que viven en la ceguera de la Herejía, del Cisma, y del paganismo.


(1) "San" Focio el grande, fue el patriarca que dio origen al Cisma de Oriente. Murio desterrado en Armenia por el Emperador León VI



"Dios (...) va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora de los primeros sábados. Si se atienden mis deseos Rusia se convertirá y habrá paz" (Nuestra Señora de Fatima)

San Pío X

"porque los verdaderos amigos del pueblo no son ni revolucionarios ni innovadores, sino tradicionalistas" (Enciclica Notre Charge Apostolique)