viernes, 30 de enero de 2009

Algo para Reflexionar..

Antes de la hermeneutica de la continuidad, había Fe....
¿Que ha pasado?

AL DIOS Y LA IGLESIA QUE ALEGRARON MI JUVENTUD


Siempre me admiró la forma como la Iglesia Católica se entrañaba en la vida de los pueblos y de las familias. Cómo sostenía sus costumbres, haciéndose carne de ellas, y cómo a la vez las santificaba. ¡Qué obra de arte, de armonía y de profundidad fue la civilización cristiana! Las plegarias cotidianas y los toques de oración señalaban las horas del día. Las fiestas y el año litúrgico marcaban los tiempos, las faenas y el descanso..

Cristianas eran las alegrías y cristianos los dolores del pueblo cristiano. Santo el nombre de cada humano, y su fiesta era de un santo. Un sacramento alumbraba la vida que nacía, otro, la plenitud gozosa del matrimonio; otro consolaba al que se iba de este mundo.

¿Qué fácil era el cura de pueblo, desde la dignidad de su sotana, mantener el respeto reverencial y ala vez el gesto amable y paternal! ¿Qué figura venerable la del párroco de nuestra juventud! Cómo acudían a él los niños a besarle la mano, pronunciando el "Ave María Purísima". Y a escuchar de sus labios siempre una palabra de padre. El era inequívocamente pastor, y a él acudían para consuelo y consejo las tribulaciones de la juventud y las pensa de la vejez. Y aquellas gentes tenían como la mayor honra de su vida ver a un hijo suyo sacerdote.

¡Qué grandeza la de los templos que nuestra fe levantó! En cualquiera de nuestra aldeas su templo parroquial vale más que todo el pueblo junto.

Y qué dignidad y belleza la del culto divino, aun con los medios más modestos. El latín, el canto gregoriano, la solemnidad de la misa "de Angelis", obras de una tradición milenaria. Y en el funeral por el que se nos fue, qué estremecimiento íntimo en el oficio de difuntos, ene l "Dies irae", en el responso final... Las devociones sinceras de la Virgen del lugar, Las procesiones de santos, la romería anual... apostolado sencillo, religión entrañada y de verdad, que no hizo llegar pujante y consoladora la fe de nuestros mayores, la del mismo Cristo...

Pero llegó el post-concilio y con él, el "nuevo cura". Ya todo terminó. El sabe más que veinte siglos de catolicidad. En su inmenso portafolios lleva un nuevo culto, casi una nueva religión, que aprendió de maestros holandeses. Y un inmenso desprecio por la fe de aquel lugar.

Ya no vestirá sotana, vestirá como cualquiera, y con torpe desenvoltura tratará de hablar y de reír como los demás. Con él viene "la Iglesia de los pobres", pero él será el primer párroco con coche ("instrumento de trabajo" para no estar nunca en el pueblo). Para reconocer en él al cura es preciso apelar a nociones abstractas, porque lo que se ve es la antítesis, su negación misma.

¡Qué afrenta a la fe, que desprecio al pueblo fiel!. Ya no hay unción ni respeto, ni devoción, ni fervor. Solo ruidos, innovación, petulancia e impiedad. Ya los niños no acuden al paso del sacerdote. ¿A qué fin ?. Todo cuanto ha existido debe ser cambiado por "preconciliar". Ya no suenan las campanas del Angelus, ni el pueblo se reúne en la Misa Mayor. Fiestas y procesiones han sido alteradas o suprimidas sin el menor respeto; incluso el santoral ha cambiado. El culto divino se ha extenuado hasta su extremo. Ya no existe el latín, ni el gregoriano de la liturgia católica; toda la polifonía clásica ha sido estirada. Salmos con ritmo protestante y ritmos irreverentes han ocupado su lugar. Y la estridencia, la improvisación constante, el mal gusto. Altavoces por todas partes con su resonancia metálica, altavoces de feria en el templo, hasta en los entierros. (Sordo debe ser su Dios, o no los quiere escuchar). El silencio, el recogimiento, la oración personal, no tienen ya cabida en el templo.

Y como substancia de toda esta siniestra algarabía, la prédica "social". ¿Que todos la escuchen callados, y que nadie se arrodille al comulgar...! Violencia a las almas, violencia a las conciencias y a la sensibilidad... todo en nombre de la libertad y del "hombre moderno". Mientras tanto, las costumbres se corrompen en los pueblos, y la fe se pierde en las almas. ¿Quién enderezará ya todo esto, qué sembrara de nuevo la fe? ¡Daños, Señor, paciente y fortaleza para tantos males aguantar!


RAFAEL GAMBRA Publicado en "Luz de Tradición", Sevilla, Septiembre-octubre 1998.


Revista CRISTO REY FSSPX. octubre

martes, 27 de enero de 2009

Algo para comprender....

Algo que hay que comprender....

Por Arturo Gallardo
Desde que se hizo público el Decreto de la Sagrada Congregación para los Obispos en la cual se levanta la excomunión a los Obispos consagrados por Mons. Lefebvre, mucho se ha dicho que "ahora si viene un acuerdo", pues en la Carta enviada al Cardenal Castrillón Hoyos, Mons. Fellay junto con los tres Obispos ha expresado que “aceptamos y hacemos nuestros todos los concilios hasta el Vaticano II, respecto al cual tenemos reservas”. Este fragmento ha sido tomado por aquellos que comparten la postura "Ecclesia Dei", como un signo de esperanza, pues - creen -es la primera vez que se escribe públicamente al Papa su aceptación, por lo menos histórica.
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Sin embargo en párrafos anteriores de la misma Carta, Monseñor Fellay ha dicho a las autoridades de la Iglesia: “Estamos prestos a escribir con nuestra sangre el Credo, a firmar el juramento antimodernista y la profesión de fe de Pío IV", las cuales desde luego condenan por si solos los textos peligrosos del Vaticano II, e incluso desmantelan el método de Benedicto XVI denominado hermenéutica de la continuidad, que no es mas que encausar los errores con la verdad católica. Roguemos a Dios para que las conversaciones que menciona el Decreto firmado por el Cardenal Re, de no ahorrar esfuerzos por profundizar las necesarias discusiones con la Autoridad de la Santa Sede en los asuntos que permanecen abiertos, traiga abundantes frutos, para el bien de las almas y de esta forma la Tradición recobre sus derechos en Roma.

En base a la postura de la Fraternidad San Pío X, que es la de los Obispos, creo conveniente transcribir la Profesión de Fe que menciona Monseñor Fellay, y comprender bien la postura que siempre hemos mantenido frente a la Crisis de fe que padece nuestra Santa Madre Iglesia.
Los subrayados son nuestros, los cuales hacen evidente lo que niegan los modernistas con su nueva teología.

Bula Iniunctum nobis, de 13 de noviembre de 1564, Pio IV

Yo, N. N., con fe firme, creo y profeso todas y cada una de las cosas que se contienen en el Símbolo de la fe usado por la Santa Iglesia Romana, a saber: Creo en un solo Dios Padre Omnipotente, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible; y en un solo Señor Jesucristo, Hijo de Dios unigénito, y nacido del Padre antes de todos los siglos, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no hecho, consustancial con el Padre; por quien fueron hechas todas las cosas; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación, descendió de los cielos, y se encarnó de la Virgen María por obra del Espíritu Santo, y se hizo hombre; fue crucificado también por nosotros bajo Poncio Pilatos, padeció y fue sepultado; y resucitó el tercer día según las Escrituras, y subió al cielo, está sentado a la diestra del Padre, y otra vez ha de venir con gloria a juzgar a los vivos y a los muertos, y su reino no tendrá fin; y en el Espíritu Santo, Señor y vivificante, que del Padre y del Hijo procede; que con el Padre y el Hijo conjuntamente es adorado y conglorificado; que habló por los profetas; y en la Iglesia, una, santa, católica y apostólica. Confieso un solo bautismo para la remisión de los pecados, y espero la resurrección de los muertos y la vida del siglo venidero. Amén.

Admito y abrazo firmísimamente las tradiciones de los Apóstoles y de la Iglesia y las restantes observancias y constituciones de la misma Iglesia. Admito igualmente la Sagrada Escritura conforme al sentido que sostuvo y sostiene la santa madre Iglesia, a quien compete juzgar del verdadero sentido e interpretación de las Sagradas Escrituras, ni jamás la tomaré e interpretaré sino conforme al sentir unánime de los Padres.

Profeso también que hay siete verdaderos y propios sacramentos de la Nueva Ley, instituidos por Jesucristo Señor Nuestro y necesarios, aunque no todos para cada uno, para la salvación del género humano, a saber: bautismo, confirmación, Eucaristía, penitencia, extremaunción, orden y matrimonio; que confieren gracia y que de ellos, el bautismo, confirmación y orden no pueden sin sacrilegio reiterarse. Recibo y admito también los ritos de la Iglesia Católica recibidos y aprobados en la administración solemne de todos los sobredichos sacramentos. Abrazo y recibo todas y cada una de las cosas que han sido definidas y declaradas en el sacrosanto Concilio de Trento acerca del pecado original y de la justificación.

Profeso igualmente que en la Misa se ofrece a Dios un sacrificio verdadero, propio y propiciatorio por los vivos y por los difuntos, y que en el santísimo sacramento de la Eucaristía está verdadera, real y sustancialmente el cuerpo y la sangre, juntamente con el alma y la divinidad, de nuestro Señor Jesucristo, y que se realiza la conversión de toda la sustancia del pan en su cuerpo, y de toda la sustancia del vino en su sangre; conversión que la Iglesia Católica llama transustanciación. Confieso también que bajo una sola de las especies se recibe a Cristo, todo e íntegro, y un verdadero sacramento.

Sostengo constantemente que existe el purgatorio y que las almas allí detenidas son ayudadas por los sufragios de los fieles; igualmente, que los Santos que reinan con Cristo deben ser venerados e invocados, y que ellos ofrecen sus oraciones a Dios por nosotros, y que sus reliquias deben ser veneradas. Firmemente afirmo que las imágenes de Cristo y de la siempre Virgen Madre de Dios, así como las de los otros Santos, deben tenerse y conservarse y tributárseles el debido honor y veneración; afirmo que la potestad de las indulgencias fue dejada por Cristo en la Iglesia, y que el uso de ellas es sobremanera saludable al pueblo cristiano.
Reconozco a la Santa, Católica y Apostólica Iglesia Romana como madre y maestra de todas las Iglesias, y prometo y juro verdadera obediencia al Romano Pontífice, sucesor del bienaventurado Pedro, príncipe de los Apóstoles y vicario de Jesucristo.

Igualmente recibo y profeso indubitablemente todas las demás cosas que han sido enseñadas, definidas y declaradas por los sagrados cánones y Concilios ecuménicos, principalmente por el sacrosanto Concilio de Trento (y por el Concilio ecuménico Vaticano, señaladamente acerca del primado e infalibilidad del Romano Pontífice); y, al mismo tiempo, todas las cosas contrarias y cualesquiera herejías condenadas, rechazadas y anatematizadas por la Iglesia, yo las condeno, rechazo y anatematizo igualmente. Esta verdadera fe católica, fuera de la cual nadie puede salvarse, y que al presente espontáneamente profeso y verazmente mantengo, yo el mismo N. N. prometo, voto y juro que igualmente la he de conservar y confesar íntegra e inmaculada con la ayuda de Dios hasta el último suspiro de vida, con la mayor constancia, y que cuidaré, en cuanto de mí dependa, que por mis subordinados o por aquellos cuyo cuidado por mi cargo me incumbiere, sea mantenida, enseñada y predicada: Así Dios me ayude y estos santos Evangelios.


".. recibo sinceramente la doctrina de la fe que los Padres ortodoxos nos han transmitido de los Apóstoles, SIEMPRE CON EL MISMO SENTIDO Y LA MISMA INTERPRETACIÓN. POR ESTO RECHAZO ABSOLUTAMENTE LA SUPOSICION HERETICA DE LA EVOLUCION DE LOS DOGMAS, según la cual estos dogmas cambiarían de sentido para recibir uno diferente del que les ha dado la Iglesia en un principio (...) VERDAD ABSOLUTA E INMUTABLE, predicada desde los orígenes por los Apóstoles, NO SEA JAMAS NI CREIDA NI ENTENDIDA EN OTRO SENTIDO"
(Fragmento del Juramento Antimodernista impuesto por San Pío X en 1910)

domingo, 25 de enero de 2009

Carta del Superior General de la Fraternidad San Pío X a los fieles

Carta del Superior General
de la Fraternidad San Pío X a los fieles


Queridos fieles,Como anuncio en el comunicado adjuntado, “la excomunión de los obispos consagrados por S.E. Mons. Marcel Lefebvre el 30 de junio de 1988, que había sido declarada por la Sagrada Congregación para los Obispos por un decreto del 1º de julio de 1988 y que nosotros siempre rechazamos, ha sido retirada por otro decreto de la misma Congregación fechado el 21 de enero de 2009 por mandato del Papa Benedicto XVI”.
Esa era la intención de oración que les había confiado en Lourdes, con motivo de la fiesta de Cristo Rey de 2008. Ustedes han superado nuestras expectativas ya que un millón setecientos tres mil rosarios han sido rezados para conseguir de la intercesión de Ntra. Señora el fin de este oprobio, que a través de las personas de los obispos de la Fraternidad, pesaba sobre todos cuantos de lejos o de cerca adherían a la Tradición. Sepamos agradecer a la Santísima Virgen, que ha inspirado al Santo Padre este acto unilateral, benevolente y valeroso.
Asegurémosle nuestras fervientes oraciones.Gracias a este gesto, los católicos del mundo entero apegados a la Tradición ya no serán más injustamente estigmatizados y condenados por haber mantenido la fe de sus padres.
La Tradición católica ya no está más excomulgada. Aún cuando ella nunca lo haya estado en sí, con frecuencia y cruelmente lo ha estado en los hechos; como la misa tridentina, que nunca había sido abrogada en sí, como felizmente lo ha recordado el Santo Padre a través del Motu Proprio Summorum Pontificum del 7 de junio de 2007.El decreto del 21 de enero cita la carta del 15 de diciembre pasado al Card. Castrillón Hoyos, en la que expresaba nuestro apego “a la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo, que es la Iglesia Católica”, reafirmando nuestra aceptación de su enseñanza bimilenaria y nuestra fe en el Primado de Pedro.
Yo recordaba cuanto sufrimos por la situación actual de la Iglesia, en que esta enseñanza y este Primado son ridiculizados, y agregaba: “Estamos prestos a escribir con nuestra sangre el Credo, a firmar el juramento antimodernista y la profesión de fe de Pío IV: aceptamos y hacemos nuestros todos los concilios hasta el Vaticano II, respecto al cual tenemos reservas”.
En todo ello tenemos la convicción de permanecer fieles a la línea de conducta trazada por nuestro fundador, Mons. Marcel Lefebvre, cuya pronta rehabilitación esperamos.Así, pues, deseamos realizar estas “conversaciones” –que el decreto reconoce como “necesarias”- sobre las cuestiones doctrinales que se oponen al magisterio de siempre, no podemos hacer más que comprobar la crisis sin precedentes que hoy sacude a la Iglesia: crisis de las vocaciones, crisis en la práctica religiosa, del catecismo y de la frecuentación de los sacramentos… Paulo VI, antes que lo hiciéramos nosotros, hablaba incluso de una infiltración del “humo de Satanás” y de la “autodemolición” de la Iglesia. Juan Pablo II no dudó en decir que el catolicismo en Europa se encontraba como en estado de “apostasía silenciosa”.
Poco tiempo antes de su elección al Supremo Pontificado, el mismo Benedicto XVI comparaba a la Iglesia a un “barco que hace agua por todas partes”. Por eso, en estas conversaciones con las autoridades romanas, queremos examinar las causas profundas de la situación actual y proveyendo el remedio adecuado, llegar a una restauración sólida de la Iglesia.
Queridos fieles, la Iglesia está en manos de su Madre, la Santísima Virgen María. Nosotros confiamos en ella. Le habíamos pedido la libertad de la Misa de siempre, en todas partes y para todos. Le habíamos pedido que se retirara el decreto de las excomuniones. Le pedimos en nuestras oraciones, a Ella, que el la Sede de la Sabiduría, estos necesarios esclarecimientos doctrinales, de los que las almas perturbadas tienen tanta necesidad.

Menzingen, 24 de enero de 2009
+ Bernard Fellay

sábado, 24 de enero de 2009

Comunicado de Monseñor Bernard Fellay

COMUNICADO
DE
S.E.R. MONSEÑOR BERNARD FELLAY
SUPERIOR GENERAL DE LA FRATERNIDAD SACERDOTAL SAN PÍO X
La excomunión de los Obispos consagrados por S.E. Mons.Marcel Lefebvre el 30 de junio de 1988, que había sido declarada por la Sagrada Congregación para los Obispos por un decreto del 1º de julio de 1988 y que nosotros siempre negamos ha sido retirada por otro decreto de la misma Congregación fechado el 21 de enero de 2009 por mandato del Papa Benedicto XVI.
Expresamos nuestra gratitud filial al Santo Padre por este acto, que más allá de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, representa un beneficio para toda la Iglesia.
Nuestra Fraternidad desea poder ayudar siempre al Papa a remediar la crisis sin precedentes que sacude actualmente al mundo católico, y que el Papa Juan Pablo II había calificado como un acto de apostasía silenciosa.
Además de nuestro reconocimiento al Santo Padre, y a todos los que ayudaron a realizar este valeroso acto, nos congratulamos que el decreto del 21 de enero juzgue necesarias la realización de "reuniones" con la Santa Sede, las cuales permitirán a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X exponer las razones doctrinales de fondo que ella estima ser el origen de las dificultades actuales de la Iglesia.
En este nuevo ambiente, tenemos la firme esperanza de arribar pronto a un reconocimiento de los derechos de la Tradición Católica.

Menzingen, 24 de enero de 2009
+ Bernard Fellay

viernes, 23 de enero de 2009

LA NUEVA ORACIÓN POR LOS JUDÍOS

LA NUEVA ORACIÓN POR LOS JUDÍOS



La Secretaría de Estado notificó, el 4 de febrero de 2008, que se había modificado en el sentido siguiente la oración por la conversión de los judíos que se contenía en el Misal Romano de 1962, la cual rezaba durante la acción litúrgica del viernes santo: "Rogamos también por los Judíos. Que el Señor Dios nuestro ilumine sus corazones para que reconozcan a Jesucristo, salvador de todos los hombres. Dios omnipotente y eterno (...) concede propicio que, entrando la plenitud de las gentes en tu Iglesia, todo Israel sea salvo".

Así pues, se eliminaron las siguientes expresiones de la plegaria procedente " Que Dios quite el velo de sus corazones (...) Pueblo Cegado (...)que sean liberados de las tinieblas".

Con Motivo de la publicación del Motu Proprio que liberaliza el uso de los libros litúrgicos en vigor hasta la reforma litúrgica conciliar, han sido diversas las voces en el mundo judío que expresaban su inquietud por ver reintroducido el rito romano la antigua oración por los judíos, a pesar de que Juan XXIII había hecho retirar el término "pérfido" de la misma. Los grandes rabinos de Israel escribieron a Benedicto XVI para pedirle que modifique la oración del Viernes Santo.


A pesar de todo, esta última modificación ha provocado el descontento del gran rabino de Roma, que ya el 6 de Febrero declaraba en el Corriere de la Sera que el mantener una fórmula impetrando "de forma explicita" la conversión de los judíos, "cuestionaba decenios de progreso en el diálogo entre ambas religiones". He insistía "Esta oración constituye un obstáculo para proseguir el diálogo entre judíos y cristianos".

Respondiendo a ésta y otras reacciones el 7 de Feberero afirmaba el Cardenal Kasper "pensamos razonablemente que esta oración no puede convertirse en un obstáculo en el diálogo, porque refleja la fe de la Iglesia y además, también los judíos tienen en sus textos litúrgicos oraciones que a nosotros, los cristianos, no nos agradan. Todo debe aceptarse y respetarse en la diversidad".

Y concretando más, a propósito de la petición de conversión de los judíos que contiene la oración modificada, el presidente de la Comisión Pontificía para las relaciones con el Judaísmo ha explicado que se trata de la referencia a un texto de San Pablo que "expresa la esperanza escatológica-es decir, en los últimos tiempos, al final de la historia- de que el pueblo de Israel entre también en la Iglesia cuando los demás pueblos también lo hagan". El prelado alemán ha querido tranquilizar precisando: "Con esto quiero decir que se expresa una esperanza final y no la propuesta de partir en misión entre ellos (Los Judíos)". Y añade: "Se hicieron cosas muy malas cuando se quería constreñir a los judíos a la conversión, por eso comprendemos el mal recuerdo de unos hechos por los que ya hemos pedido perdón. Pero nos cuesta entender cómo es posible que no se acepte el testimonio de nuestra Fe cuando ésta se expresa en el pleno respeto de la fe de otro".

Al día siguiente, en radio Vaticano, el cardenal Kasper ha querido precisar, entre otras cosas, lo siguiente: "Un diálogo supone siempre que se respete la posición del otro. Nosotros respetamos la identidad de los Judíos, y ellos deben respetar la nuestra, que no podemos esconder. El diálogo se funda precisamente sobre esta diversidad: sobre lo que tenemos en común y sobre las diferencias. Y yo no veo esto como un obstáculo sino más bien como un reto para un verdadero diálogo teológico".


Por fin, el 14 de Febrer, en "L´ Osservatore Romano, Monseñor Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la cultura, volvió sobre el tema para tranquilizar de nuevo a los judíos: "Insistimos: esta es la visión cristiana y la esperanza de la Iglesia orante. No es una propuesta de adhesión teórica ni una estratagema misionera de conversión (...)Es la actitud característica de la invocación orante por la que se espera- para las personas que se consideran próximas, queridas e importantes - una realidad que se considera preciosa y salvadora. (...) Por supuesto, esto debe siempre hacerse en el respeto de la libertad y de los distintos recorridos que el otro adopte (...) Pero es más bien una expresión de afecto el desear a un hermano lo que se considera un horizonte de luz y de vida".

Comentario:

Como consecuencia de presiones externas a la Iglesia Católica, el Papa se ha creído obligado a cambiar la muy venerable oración por los judíos, que formaba parte integrante de la liturgia del Viernes Santo. Esta Oración es una de las mas antiguas: se remonta al siglo III°, y siempre fue recitada, a lo largo de la historia de la Iglesia, como la plena expresión de la fe católica.

Hay que observar que los comentarios del Cardenal Kasper se pueden considerar autorizados, y dan a esta amputación litúrgica un aspecto de verdadera transformación, y expresan una nueva teología de la relación con el pueblo Judío. Y aunque la necesidad de aceptar al Mesías ha sido conservada, no podemos sino deplorar profundamente este cambio.

Además ¿no hemos de ver en esta modificación, que es un giro hacia el misal de Pablo VI, una voluntad de "fecundar" la liturgia tradicional con la conciliar, según lo desea el Motu Proprio Summorum Pontificum, en esa perspectiva de la "reforma de la reforma" (litúrgica)?.


"Varones de Judea, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd con atención mis palabras. Varones de Israel, escuchad estas palabras: A Jesús Nazareno, Varón aprobado por Dios entre vosotros, como también vosotros sabéis. A Este que por determinado consejo y presciencia de Dios fue entregado, lo matasteis, crucificándole por manos de malvados" (Hech 2, 14-22,23)
Quiza también haya que modificar el Nuevo Testamento, y quitar a Nuestro Señor y a sus Apostóles de cualquier dialogo interreligioso....

martes, 20 de enero de 2009

La Tercera Cruzada


Vamos por la tercer Cruzada con el Santo Rosario para pedir al Santo Padre:

"LA CONSAGRACIÓN DE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
"



Por Arturo Gallardo.

Todo buen cristiano sabe que el Santo Rosario es un arma que toca profundamente el Corazón de Nuestra Señora, por eso San Alfonso María de Ligorio no dudaba en decir "Pobres de nosotros si no tuviéramos a esta poderosa intercesora" que sabe escuchar las suplicas de sus hijos, como lo demuestra la historia tras la intervención de la Virgen, la cual con toda confianza debe ser llamada "camino seguro para llegar a Jesucristo" según solía llamarla con confianza San Luis María Grignon de Montfort.

Si el Corazón de Jesús esta unido íntimamente al de María, ¿que no podremos obtener del cielo con su intercesión?. Y si el Santo Rosario es el arma que nos da la Bendita Virgen para implorar su auxilio ¿quién contra nosotros?. Por eso es importante tener en cuenta que en estos tiempos donde el maligno parece coronarse como el "señor" del mundo, debemos de reforzar nuestro combate con el rezo del Santo Rosario, acompañado de una constante Devoción a Nuestra Señora para conseguir del Cielo en esta apostasía, el triunfo de Jesucristo y por consiguiente el de Su Corazón Inmaculado.
Por ello sin dudar de la poderosa intercesión de nuestra Madre, fieles y sacerdotes de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X han solicitado una vez mas al Superior General Monseñor Bernard Fellay, convocar una "Tercera Cruzada" de Rosarios, tras la poderosa intervención de la Madre de Dios en la Liberación de la Misa de Siempre para toda la Iglesia, ahora teniendo como intención lo que Nuestra Señora a pedido a los pastorcillos en Fátima: La Consagración de Rusia al Inmaculado Corazón por parte del Santo Padre el Papa, en unión con todos los Obispos del mundo.
¡Sigamos rezando por el levantamiento de la excomunión injusta lanzada contra los Obispos de la Tradición!. Esta es la intención de la segunda Cruzada de Rosarios, la cual aun esta pendiente, y ya fue entrega por Mons. Fellay al Santo Padre a principios del año. Así, pues, desde ya hay que ofrecer mas coronillas del Rosario a nuestra Madre de Misericordia, la cual todo lo puede, que también es vencedora de las herejías, y así el orden de Dios sea reestablecido con el Triunfo del Inmaculado Corazón de María, que vendrá acompañado del triunfo y purificación de nuestra Iglesia, la cual ha sido llevada al calvario no por sus enemigos, sino por los tibios como decía proféticamente el Papa Pío XII.

Quizá muchos piensan que esta tercer cruzada del Rosario no tiene razón de ser, porque en dos ocasiones se ha cumplido con la consagración, primero durante el pontificado de Pio XII (7 de Julio de 1952) y posteriormente con Juan Pablo II durante dos ocasiones (en 1982 y 1984) . Sin embargo estas consagraciones no han hecho mención de Rusia, como lo ha pedido Nuestra Señora, aun cuando el Papa viajero al finalizar esta consagración al mundo agrego: "iluminad especialmente a las naciones delas cuales Vos misma estáis esperando nuestra consagración y entrega". Entonces no hay que seguir esperando para llevar a cabo la voluntad del Cielo, en un mundo que día a día camina a su ruina al despojarse de su Creador. Y si Nuestra Señora nos advirtió los castigos, también nos dijo cuales eran los remedios. Por tanto el remedio del Cielo a todos los males, depende de nuestra Devoción al Inmaculado Corazón y a la consagración de Rusía que esta en las manos del Santo Padre.

¡Dios conceda la fuerza al Papa Benedicto XVI para llevar a cabo esta consagración!

En estos meses, nuestras miradas se dirigen al cielo, esperando que nuestras oraciones lleguen al Corazón de Nuestra Señora, y arranque de su Divino Hijo, las gracias necesarias para seguir firmes en la Fe Católica y obtener con ello la extirpación de las herejías que obscurecen el cielo de Roma, y pueda ser exaltada nuestra Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana.
Y al final mi Inmaculado Corazón Triunfara, el Santo Padre me consagrará a Rusia que se convertira, y el mundo tendrá paz.

Nuestra Señora en Tuy España el 13 de Junio de 1929 a Sor Lucía: "Ha llegado el momento en que Dios pide que el Santo Padre haga, en unión con los Obispos del mundo, la consagración de Rusia".



jueves, 15 de enero de 2009

Adhesión a la Verdad Católica

Adhesión a la Verdad Católica
DECLARACIÓN DE MONSEÑOR MARCEL LEFEBVRE EN EL SEMINARIO INTERNACIONAL SAN PÍO X DE ECÔNE,EL 21 DE NOVIEMBRE DE 1974


Nos adherimos de todo corazón, con toda nuestra alma, a la Roma católica guardiana de la fe católica y de las tradiciones necesarias al mantenimiento de esa fe, a la Roma eterna, maestra de sabiduría y de verdad.
Por el contrario, nos negamos y nos hemos negado siempre a seguir la Roma de tendencia neomodernista y neoprotestante que se manifestó claramente en el Concilio Vaticano II y después del Concilio en todas las reformas que de éste salieron.
Todas esas reformas, en efecto, contribuyeron y contribuyen todavía a la demolición de la Iglesia, a la ruina del Sacerdocio, al aniquilamiento del Sacrificio y de los Sacramentos, a la desaparición de la vida religiosa, a una enseñanza naturalista y teilhardiana en las universidades, los seminarios, la catequesis, enseñanza nacida del liberalismo y del protestantismo, condenada repetidas veces por el magisterio solemne de la Iglesia.
Ninguna autoridad, ni siquiera la más elevada en la Jerarquía, puede constreñirnos a abandonar o a disminuir nuestra fe católica claramente expresada y profesada por el magisterio de la Iglesia desde hace diecinueve siglos.
“Si llegara a suceder, dice san Pablo, que nosotros mismos o un ángel venido del cielo os enseñara otra cosa distinta de lo que yo os he enseñado, que sea anatema” (Gál. 1, 8).
¿No es esto acaso lo que nos repite el Santo Padre hoy? Y si una cierta contradicción se manifestara en sus palabras y en sus actos así como en los actos de los dicasterios, entonces elegimos lo que siempre ha sido enseñado y hacemos oídos sordos a las novedades destructoras de la Iglesia.
No es posible modificar profundamente la “lex orando” sin modificar la “lex credendi”. A la misa nueva corresponde catecismo nuevo, sacerdocio nuevo, seminarios nuevos, universidades nuevas, Iglesia carismática, pentecostal, todas cosas opuestas a la ortodoxia y al magisterio de siempre. Habiendo esta Reforma nacido del liberalismo, del modernismo, está totalmente envenenada; sale de la herejía y desemboca en la herejía, incluso si todos sus actos no son formalmente heréticos. Es pues imposible a todo católico consciente y fiel adoptar esta Reforma y someterse a ella de cualquier manera que sea. La única actitud de fidelidad a la Iglesia y a la doctrina católica, para nuestra salvación, es el rechazo categórico a aceptar la Reforma.

Es por ello que sin ninguna rebelión, ninguna amargura, ningún resentimiento, proseguimos nuestra obra de formación sacerdotal bajo la estrella del magisterio de siempre, persuadidos de que no podemos prestar un servicio más grande a la Santa Iglesia Católica, al Soberano Pontífice y a las generaciones futuras.
Es por ello que nos atenemos firmemente a todo lo que ha sido creído y practicado respecto a la fe, las costumbres, el culto, la enseñanza del catecismo, la formación del sacerdote, la institución de la Iglesia, por la Iglesia de siempre y codificado en los libros aparecidos antes de la influencia modernista del Concilio, esperando que la verdadera luz de la Tradición disipe las tinieblas que oscurecen el cielo de la Roma eterna.
Y haciendo esto, con la gracia de Dios, el auxilio de la Virgen María, de San José, de San Pío X, estamos convencidos de mantenernos fieles a la Iglesia Católica y Romana, a todos los sucesores de Pedro, y de ser los “fideles dispensatores mysteriorum Domini Nostri Jesu Christi in Spiritu Sancto”. Amén.
+ Monseñor Marcel Lefebvre
Ecône, 21 de noviembre de 1974

"La verdad os hará libres" (Jn 8,32).

Beneficios del Culto Mariano en los Individuos

Beneficios del Culto Mariano en los Individuos


La Santísima Virgen María como Su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, son los bienhechores de los individuos y de las sociedades. Cristo nos salvó dando su vida en la Cruz por nosotros y María aceptó el sacrificio de su Hijo para nuestra salvación. Sabemos que todo culto sube hacia Dios mismo; y la veneración y amor que tenemos hacia su madre y sus santos es una manera de agradecer a Dios mismo por los dones que El les prodigó. Honrar a los santos es agradecer a Dios por las maravillas que hace mediante sus elegidos. En la Iglesia Católica no se adora a la Virgen ni a los santos. Sólo se adora a Dios; porque adorarlo significa reconocerlo como Señor y Creador nuestro. Veneramos a los santos, los honramos, los amamos por amor a Dios mismo para agradecerle. Dios hace maravillas mediante sus santos, porque ellos lo amaron sobre todas las cosas. En estos artículos simplificados del R. P, Gabriele Roschini, trataremos de ver los beneficios y mercedes que reciben los individuos, familias y sociedades que honran a María, MADRE de Dios.

Los incalculables beneficios del culto mariano son espirituales y materiales. La persona devota de María puede decir estas palabras de la Sabiduría: “Me vinieron todos los bienes juntamente con ella” (Sap. 7, 11). Consideremos por tanto, brevemente, los beneficios individuales del culto Mariano. Los beneficios que el culto Mariano, especialmente si es bien entendido, proporciona a cada individuo, pueden reducirse a tres. María asegura para sus devotos:
1. La más preciosa protección durante la vida.
2. Una particular asistencia en la hora de la muerte.
3. Beneficios inestimables después de la muerte.

I. PROTECCIÓN PRECIOSA DURANTE LA VIDA

1. Beneficios de orden espiritual. El culto Mariano intenso es, en efecto, para el individuo fuente de gracias y de virtudes. Cuanto más el alma se acerque y se mantenga unida a María mediante un culto fervoroso hacia Ella, tanto más participará de sus gracias. Mediante esta abundancia de gracia, el culto especial a María se convierte en fuente de virtud y en sostén en el camino de la perfección.
Incubando, por otra parte, en la mente y en el corazón este ideal de perfección y santidad, uno se llega a sentir de una manera progresiva, aunque insensible, transformado en Ella, adquiriendo su modo de pensar, de sentir, de hablar y de obrar. De Ella dimana un intenso perfume de pureza que embriaga y eleva.
2. Beneficios de orden material. A estos incalculables beneficios de orden espiritual, hay que añadir innumerables beneficios de orden temporal, como son, por ejemplo, la salud, el bienestar material, el éxito en los negocios, el verse libre de incontables peligros, el sentir consuelo en las tribulaciones inevitables de la vida, etc. Y de ello son testimonio irrecusable los numerosos ex votos que vemos colgados de las paredes de los Santuarios.

II. ASISTENCIA DE MARÍA EN LA HORA DE LA MUERTE

Es el momento del cual depende toda la eternidad. ¡Por eso cuán necesitados nos encontramos en él del auxilio de la Santísima Virgen! Ella no lo ha negado ni lo negará jamás a ninguno de sus devotos. “Juan -dijo la Santísima Virgen a San Juan de Dios, -no es mi costumbre abandonar a mis devotos en estos instantes.” No en vano éstos la invocan continuamente diciéndole: “Ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte. Ora pro nobis...”

María es en verdad la Protectora de los moribundos, la Virgen de la Buena Muerte. ¿Por qué?... ¿De qué manera?

1. Los motivos.-Me parece que dichos motivos se encuentran sintetizados en la triple relación que une a la Santísima Virgen con los hombres, o sea, en su oficio de Corredentora del género humano, en su oficio de Madre de los mortales y en su oficio de Dispensadora de todas las gracias.
Una madre, en efecto, asiste a sus hijos siempre, pero especialmente en el momento de la muerte. Además, para todos ha merecido Ella como Corredentora, pero especialmente para sus devotos, el poder proporcionarles una buena muerte. Finalmente, nuestra Madre es también la Dispensadora de todas las gracias.
Ella, por voluntad del Cielo es el canal a través del cual pasan todas las aguas de las gracias que dimanan de la fuente, que es Cristo. Habiendo cooperado mediante sus dolores a la adquisición de todas ellas, es muy justo que contribuya también a la distribución de las mismas. Si todas las gracias pasan por las manos de María, ¿no pasará, también, y de una manera especial la gracia de la buena muerte? Y si la Santísima Virgen puede impetrar, pedir para todos esta gracia, no lo hará con una especial diligencia para con aquellos que con una manifiesta muestra de gratitud se han acordado de sus padecimientos sobre el Calvario, o sea, para aquellos que han sido devotos de sus Dolores?

Los devotos, pues, de la Santísima Virgen pueden abrigar la certeza de que gozarán de una asistencia especial de María en la hora de la muerte. “Compadezcámosla -exclamaba San Gabriel de la Dolorosa- y Ella, a su vez, se compadecerá de nosotros y en la hora de nuestra muerte nos asistirá y, si conviene a nuestra alma, se hará visible y si es para gloria de Dios y ventaja espiritual nuestra, hará que no sintamos los dolores de la agonía.”

2. ¿De qué manera esta gloriosa Reina asistirá a sus hijos devotos en la hora de la muerte?
a) Pedirá para nosotros un dolor sincero de nuestros pecados. Y ante todo nos obtendrá del Señor un verdadero arrepentimiento de todos nuestros pecados, arrepentimiento que constituye la primera y principal disposición de un alma en el momento de presentarse ante el tribunal de Dios. Como para el ladrón arrepentido, también para nosotros, María Santísima, por los méritos de sus dolores, impetrará de su Hijo Crucificado la gracia de poder lavar con las lágrimas de una verdadera penitencia toda nuestra vida de miserias en aquel momento decisivo.

No es simple imaginación poética, sino profunda realidad teológica el episodio de Buonconte que nos ofrece Dante en el Canto V del Purgatorio. Buonconte gravemente herido en la batalla, huyendo a pie y desangrándose, en un momento perdió la vista y la palabra -dice el poeta- y en el nombre de María murió... Sin duda, la conciencia le reprochaba de más de un delito; a pesar de ello, su alma, al separarse del cuerpo, fue recogida por el Ángel de Dios, no obstante las vivas protestas del ángel infernal.

¡Oh!, tú ángel del cielo, ¿me arrebatas a éste? Y te lo llevas a la eternidad del cielo,
por una lágrima que ha derramado.

Sí, por una simple lágrima! Pues la lágrima que Buonconte derramó en la hora de la muerte invocando a María, era señal del sincero arrepentimiento que la Madre de Dios, con su poderosa intercesión había obtenido en favor de quien, no obstante sus delitos, seguía siendo su devoto, encomendándose a su protección en aquella hora suprema.
¡A cuantos de sus devotos la Santísima Virgen ha conseguido las lágrimas del arrepentimiento en aquella hora decisiva! (Hagamos, nosotros también, el propósito de rezar cada mañana tres Aves Marías)..

b) María conseguirá para sus devotos serena resignación. Pero el momento de nuestro tránsito supremo de la vida a la muerte, además de ser un momento decisivo, lo es también de grande y supremo sacrificio. La muerte, en sí misma, es un castigo del pecado original, pues se trata de una separación contra natura, violenta, del alma y del cuerpo, precedida y acompañada de una verdadera escolta de dolores.

La muerte, además, es la separación completa de todo y de todos, aun de los seres más queridos. Ahora bien, la Virgen Santísima fortificará admirablemente a sus devotos contra el miedo natural a la muerte.

Les dará fuerzas, haciéndoles ver en ella no una separación dolorosa y amarga del alma y del cuerpo, sino una feliz liberación del espíritu y de la materia. Les dará fuerzas, haciéndoles ver en la muerte, no una pérdida, sino una ganancia como dice San Pablo; no un abandono, sino el intercambio de los bienes temporales por los eternos, de las criaturas por el Creador, el cual la hará de Padre, de madre, de esposo, de todo. Les dará fuerzas, impetrando para sus devotos la resignación, la serenidad, la calma que son indicios de lo más elocuente en aquel momento supremo, pues dan la certeza moral de encontrar, en la muerte, la puerta de la vida.

c) María nos protegerá contra los asaltos e insidias de Satanás, el cual, en aquellos momentos supremos, hará todos los esfuerzos posibles para hacernos sus víctimas.

Mas si en aquella hora serán grandes los esfuerzos de Satanás, encontraremos un auxilio más valioso en la que se llama torre de David, torre de marfil, y contra esta gloriosa torre de David, contra esta fortísima torre de marfil irán a estrellarse inexorablemente todos los asaltos del demonio y sus satélites. Esta es la manera como la Santísima Virgen asistirá a sus devotos en la hora de la muerte. Y así sus hijos morirán llevando en el alma el más perfecto dolor de las culpas cometidas, muriendo en un perfecto impulso de abandono a la santa voluntad de Dios y cantando el himno de la victoria final sobre todos los enemigos de nuestra eterna salvación; he aquí la gracia más grande y más hermosa a que pueda aspirar un cristiano sobre la tierra.

III. BENEFICIOS DESPUÉS DE LA MUERTE

1. En el juicio particular. Inmediatamente después de la muerte tiene lugar el juicio particular y la consiguiente consignación del alma a uno de los tres lugares: al paraíso, al purgatorio o al infierno. Ahora bien, en cada uno de estos grandes acontecimientos encontramos presente a la Santísima Virgen con sus beneficios, especialmente en favor de sus devotos.
Ella los asiste, ante todo, en el momento del juicio, que se verifica apenas el alma se ha separado del cuerpo. Entonces se convierte en Abogada de su fiel cliente ante el Divino Juez. “Si eres pecador -dice Ricardo de San Lorenzo- y temes al Juez, Ella se encarga de aplacarlo.” Esto no quiere decir que María estará personalmente presente en este acto, sino en el sentido que Ella nos defenderá “en la puerta del juicio”, o sea, en el momento de la muerte o también trayendo a nuestra mente la severidad del juicio para, de esta manera, mantenernos alejados del pecado. Ella, en efecto, con su potentísima intervención, impetra para nosotros los medios que necesitamos para vivir bien o, al menos, para bien morir, evitando de esta manera la pronunciación de una sentencia condenatoria en aquel terrible juicio.
La Virgen hará sentir también su influjo sobre sus devotos en el paraíso y en el purgatorio.
2. En el paraíso, María hará sentir su influjo, ante todo, en favor de sus devotos, que gozarán con Ella la bienaventuranza. Por su mediación, sus devotos han alcanzado el puerto de la salvación. Este pensamiento los unirá, durante toda la eternidad, con un vínculo de amorosa gratitud al trono de su celestial Reina. Y desde aquel trono se irradiarán nuevos torrentes de delicias, no esenciales, sino accidentales, en beneficio de las almas bienaventuradas. La bienaventuranza o gloria esencial, en efecto, consiste en la visión inmediata de Dios, la cual permanece invariada. Mas la gloria o beatitud accidental admite grados de aumento infinitos.
Dante, en sus “divinas” fantasías poéticas, florecidas sobre el tronco robusto de la Teología, vio en el Paraíso “reír una belleza que se reflejaba en los rostros de todos los santos” (Paraíso, 31, 133-
34). Esta belleza que constituía la delicia de los bienaventurados era María.
La presencia misma de la Virgen en el cielo, como la presencia del sol sobre la tierra, ilumina y embellece, después de Cristo, todo el reino celestial. Así nos lo dice San Bernardino de Sena: “De la misma manera que todos los astros son iluminados por el sol, así el Paraíso es iluminado y embellecido por la presencia de esta gloriosísima Virgen”. María es el ornamento más bello del cielo. La Virgen Santísima, además de acrecentar la alegría y la gloria accidental de los bienaventurados con su presencia, y de manera especial la de sus devotos, hará que éstos sean más dichosos mediante ciertas revelaciones especiales; entresacadas de aquel cúmulo de conocimientos con que fue favorecida de Dios de una manera singularísima, tesoro incomparablemente superior al de todos los santos juntos.
Acrecentará tal gloria y tal alegría apoyando de una manera más eficaz las plegarias que ellos dirijan a Dios en favor de sus devotos y de sus seres queridos, promoviendo y apresurando, si son dignos de ello, su glorificación, aun en la tierra.

3. En el purgatorio, la Virgen Santísima es el astro más fúlgido y la visión más consoladora que refulge sobre el oscuro horizonte de este “segundo reino -donde el humano espíritu se purga-y se hace digno de subir al cielo” (Purgatorio, 1, 4-6). Ella auxilia a sus devotos también en este lugar. ¿Por qué? ¿De qué manera?¿Por qué? Donde hay hijos que sufren, no puede faltar la madre. Por eso Ella está especialmente en este lugar y en él sus hijos sufren dolores indecibles, más intensos de cuanto se pueda imaginar. María está presente en medio de ellos de muchas maneras, ayudándoles de mil formas.
¿Cómo? Les ayuda suplicando al Redentor, su Hijo, que les aplique una parte de sus satisfacciones infinitas. Y su plegaria maternal apenas llega al trono de Dios, desciende sobre aquellas voraces llamas transformada en rocío refrigerante y benéfico. Les ayuda, además, aplicándoles Ella misma aquel incalculable tesoro de méritos, que en su calidad de Corredentora del género humano, adquirió sobre la tierra. Les ayuda, finalmente, inspirando a los vivos, que disponen del Sacrificio de la Misa y pueden sufrir y merecer, que ofrezcan al Señor todos los sufragios y todos los medios de expiación propios para acelerar la liberación de estas almas afligidas y desoladas. Las llaves, pues, de tan terrible cárcel están en nuestras manos.

Y esto no es todo. Una madre tierna, al saber que su hijo sufre en una tétrica prisión, no se contenta con hacer llegar hasta él sus auxilios y los de los demás, sino que Ella misma hace cuanto puede por verlo, por hablarle, por consolarlo. De esta manera procede la Virgen. Tanto más que Ella, para visitar a sus hijos que gimen en aquella tétrica prisión, no necesita pedir permiso a nadie, pues es también la Reina de aquel lugar. ¡La presencia de María, de la Madre! ¡Qué supremo consuelo para aquellas almas! ¡Bajo sus sagradas plantas, cómo desaparece aquel mar de fuego!

En conclusión, todos estos admirables beneficios son frutos del cuidado de María en favor de cada uno de sus devotos, gracias de las cuales todos puede participar pues todos pueden practicar un culto que se adapta a todos los seres de cualquier edad y condición, a toda inteligencia, a toda conciencia, a todo estado social. Es, pues, un culto que se adapta admirablemente al hombre y a la mujer; muy propio de la mujer, la cual se ve y se siente prodigiosamente elevada y muy propio del hombre, por la influencia de María sobre el.

Es un culto adaptado a toda edad y, por tanto, apto para las cuatro edades de la vida. Se adapta a la infancia, la cual no ve otra cosa que a la madre. Se adapta a la juventud, la cual, en las tempestades de la vida, ve en María la estrella fúlgida de la mar que la guía, y preserva contra los escollos fatales. Se adapta a la edad madura, la cual, encontrándose tan expuesta, por sus múltiple responsabilidades, a los duros golpes de las desgracias y de los infortunios, siente la necesidad de un áncora a la cual asirse. Se adapta a la vejez, la cual es como una segunda infancia, tan necesitada de la sonrisa y de la delicada mano de la madre.

Es un culto propio de todo estado de inteligencia y, por tanto, se adapta a los doctos y a los ignorantes. Se adapta a los ignorantes, los cuales, a través del culto a María son iniciados en la ciencia de Dios. Se adapta a los doctos, pues constituye para ellos la manera más adecuada para elevarse a los espacios sin límites de la Filosofía y de la Teología que tienen como base el Verbo Encarnado según lo prueban los innumerables escritos existentes sobre la Santísima Virgen María.

Es un culto propio de todo estado de conciencia y por tanto adaptado a todos, tanto justos, como pecadores. Se adapta a los justos; pues presenta la más estrecha relación de ejemplaridad con la inocencia más elevada, haciendo brotar en el jardín de la Iglesia las flores de todas las virtudes. Se adapta a los pecadores pues presenta la más estrecha relación de misericordia con la culpabilidad más profunda, inspirando una confianza casi audaz a los pecadores de los cuales es el natural refugio y la esperanza en los casos desesperados. Es un culto adaptado a toda condición de vida, por tanto apto para el hombre dado a la contemplación, para el que se entrega a toda suerte de actividades, para el hombre de la soledad y para el de la sociedad. Se adapta al hombre solitario, entregado a la contemplación, pues la Santísima Virgen, con su deliciosa belleza y amabilidad recrea la soledad y la convierte en un pequeño Paraíso. Se adapta al hombre público dado a la acción poniendo cota con su encanto virginal a la disipación espontánea.

Es finalmente un culto propio de toda condición social y, por tanto, adaptado a los humildes y a los grandes de la tierra. Se adapta a los humildes, pues la Santísima Virgen fue una humilde mujer del pueblo, a pesar de ser de estirpe real y sacerdotal, y sujeta a todas las privaciones y a todas las estrecheces propias de su humilde condición. Se adapta a los grandes de la tierra, pues los destinos de María se nos ofrecen aureolados de grandeza real y de gloria, pues el Omnipotente ha obrado en Ella cosas grandes.

Tiene pues, razón el Beato Juan Lanspergio al asegurar “que es una grande gracia, un beneficio insigne de la bondad divina el sentir devoción hacia la Santísima Virgen.”
En el artículo siguiente veremos los beneficios del Culto Mariano sobre la familia la mujer, la Iglesia, las leyes, las sociedades y el arte.

R.P. Gabriel Roschini
Bibligrafía: P. G. Roschini, Instrucciones Marianas, Madrid,. Ed. Paulinas, 1953, págs. 284-295.
"¿quién no ha experimentado que no hay un camino más seguro y más expedito para unir a todos con Cristo que el que pasa a través de María, y que por ese camino podemos lograr la perfecta adopción de hijos, hasta llegar a ser santos e inmaculados en la presencia de Dios? En efecto, si verdaderamente a María le fue dicho: Bienaventurada tú que has creído, porque se cumplirá todo lo que el Señor te ha dicho (Lc 1, 41), de manera que verdaderamente concibió y parió al Hijo de Dios; si realmente recibió en su vientre a aquel que es la Verdad por naturaleza, de manera que engendrado en un nuevo orden, con un nuevo nacimiento se hizo invisible en sus categorías, visible en las nuestras ](San Leon Magno) puesto que el Hijo de Dios hecho hombre es autor y consumador de nuestra fe, es de todo punto necesario reconocer como partícipe y como guardiana de los divinos misterios a su Santísima Madre en la cual, como el fundamento más noble después de Cristo, se apoya el edificio de la fe de todos los siglos" (San Pío X - Ad Diem Illud Laetissimum)

lunes, 12 de enero de 2009

Beneficios del culto mariano sobre la familia, la Iglesia, la sociedad y el arte

Beneficios del culto mariano sobre la familia, la Iglesia, la sociedad y el arte


No sólo los pueblos de tradición cristiana, hoy liberales e indiferentes sino también los pueblos no cristianos sacan provecho de la civilización cristiana. Nuestro Señor Jesucristo, Dios hecho hombre y su Madre, la Santísima Virgen María han influido directa o indirectamente sobre todos los pueblos de la tierra. Los paganos y ateos mismos imitan a pesar suyo muchos de los frutos y de las instituciones del cristianismo. En este articulo nos inspiraremos en el padre Roschini que nos habla de los incalculables beneficios sociales del Evangelio, o sea, los que redundan en bien de la familia, de la sociedad religiosa y de la sociedad civil, no sólo de una manera indirecta, esto es en cuanto que el bien de los individuos se refleja sobre la sociedad, sino de una manera directa.
Consideremos, pues, brevemente, estos beneficios sobre la sociedad doméstica, sobre la sociedad religiosa y sobre la sociedad civil y las bellas artes; en otras palabras sobre la familia, la Iglesia y el Estado.


I. INFLUENCIA DE MARÍA SOBRE LA FAMILIA

1. Se repiten los beneficios de Cana. Del beneficioso influjo del culto Mariano sobre la familia tenemos como primer testimonio elocuente un hecho conocido a través del Evangelio: las bodas de Caná. Aquella nueva familia, en el momento de constituirse, quiso invitar a la Santísima Virgen y, según se deduce del relato sagrado, fue también invitado Jesús. Siempre sucede así. Jesús no puede separarse de la Madre. Donde está María, allí está también Jesús. Ella prepara siempre el camino al Señor y a sus favores. Fue, en efecto, en aquel1a ocasión cuando el Señor elevó las bodas, o sea el contrato natural, a la dignidad de Sacramento, es a saber, de señal sagrada, que significa. y confiere la gracia a los esposos. Al beneficio espiritual que es el más importante no pudo faltar y no faltó tampoco el beneficio temporal aunque secundario. Lo accesorio como se usa decir suele ser consecuencia de lo principal. Se sabe, en efecto, que en cierto momento del banquete comenzó a faltar el vino. ¡Qué desconcertante confusión amenazaba apoderarse de aquellos pobres esposos, precisamente en el día más alegre y feliz de su vida! La Santísima Virgen, siempre previsora, se dio cuenta, y sin que nadie se lo pidiera, intenta remediar el problema. Se vuelve como omnipotencia suplicante -a Jesús omnipotencia imperante- rogándole que remedie la situación con un milagro. (...) Debido a la intercesión de la Virgen, Jesús hizo su primer milagro transformando el agua en un vino estupendo (Juan 2, 1-11). Si María no hubiese estado presente tampoco habría estado Jesús. Y si Jesús hubiese estado sin María, el milagro no se habría realizado. ¡Cuán extraordinariamente, pues, fue recompensado el acto de homenaje tributado por la nueva familia a la Santísima Virgen! Fue premiado con favores de orden espiritual y con beneficios de orden material, temporal y eterno. Ahora bien, lo que sucedió en aquella familia se repite y se repetirá hasta el fin de los siglos en todas, las familias que invitan a la Virgen a participar de sus penas y alegría honrándola y obsequiándola. Ella ha concedido, concede y concederá a las tales toda suerte de beneficios espirituales y materiales, auxilio y el consuelo en todas las amarguras de la vida.

1. Influjo de María sobre la madre de la familia.
Si la familia es el corazón de la humanidad, la madre es, indudablemente, el corazón de la familia. De la buena formación de la mujer, por tanto, depende en gran parte la buena constitución de la familia. Ahora bien, para la buena formación de la mujer, de la madre de familia, existe un modelo tan fúlgido y eficaz como lo es la Virgen Santísima, Hija, Esposa y Madre verdaderamente ideal. “Si la fe, canta el célebre poeta protestante LongfelIow- no hubiese producido otra cosa que este ejemplar de mujer, tan misericordiosa, tan fuerte, tan llena de mansedumbre, tan paciente, tan pacífica, tan leal, tan amante, tan pura, esto sólo bastaría para demostrar que esta religión es algo más alto y más verdadero que todas las religiones que el mundo ha conocido.”

2. La piadosa práctica de consagrar la familia a María.
Si tales y tantos son los beneficios que acarrea el culto de María sobre la familia, no se recomendará nunca suficientemente la muy pía práctica de consagrar la propia familia, además de al Corazón de Jesús, al Corazón Inmaculado de María.
Colóquese pues, en lugar destacado la imagen o cuadro de la Virgen, de modo que Ella sea como una persona de casa, la Dueña de la casa, el centro alrededor del cual gire toda la vida familiar. Vivan todos los que la componen bajo la mirada de María. Récese el Rosario a sus plantas y ante Ella diganse las oraciones de la mañana y de la noche.

Acúdase a Ella en todas las necesidades materiales y espirituales. De Ella se obtengan la luz y el consuelo en las horas inevitables de tiniebla y de dolor. Salúdesela y pídasele la bendición antes de salir de casa y al volver a ella. Acostúmbrense a los niños a ir a pedir perdón a la Virgen, después que han cometido alguna falta y a ofrecerle flores y sacrificios. Empléense todos los medios adecuados para lograr que la imagen de la Santísima Virgen, que todo lo ve desde el cielo y todo lo oye, no sienta tristeza al oír ciertas imprecaciones, blasfemias, palabras inconvenientes, altercados y cosas semejantes.

De esta manera, la Santísima Virgen que es omnipotente por gracia será como una de casa en medio de tan afortunada familia. Se cuidará de todos sus miembros, de todos los intereses materiales y espirituales, haciéndolos prosperar. Hará sentir su maternal asistencia en la hora del dolor y, cuando la muerte llegue a golpear a las puertas de la casa, Ella sabrá sostener maternalmente al que parte y consolar al que se queda. Tendrá alejada de la familia a la infernal serpiente que tanto la teme, por haberle quebrantado la cabeza.

II. INFLUENCIA DE MARÍA SOBRE LA IGLESIA

Toda la historia de la Iglesia puede testimoniar los beneficios que el culto de María le ha reportado. ¿Acaso no es María la Madre de la Iglesia? ¿No es la Iglesia su hija?... De la misma manera que la Iglesia no puede menos que engrandecer a María; así María no puede menos que engrandecer a la Iglesia.

1. Influjo de María sobre la doctrina católica.
Este continuo y benéfico influjo del culto Mariano sobre la Iglesia fue doble: doctrinal y moral. Influjo doctrinal, ante todo. Ella, en efecto, fue para la Iglesia según se expresa el Papa León XIII en la Encíclica Adjutricem populi “cetro de la fe ortodoxa”, es decir, cetro de la fe católica autentica, correcta, pues desplegó un cuidado continuo para hacer de manera que la fe católica persistiese firme en los pueblos y floreciese entera y fecunda. Y sobre esto, la historia nos proporciona muchas y bien conocidas pruebas, confirmadas además, por acontecimientos extraordinarios. Especialmente en aquellos tiempos y lugares en los que se hubo de deplorar una fe languidecente y descuidada o atacada por la peste nefasta de los errores, se hizo más manifiesta la benignidad de la Virgen, que acudía en socorro de tal necesidad. Y ante su mirada se levantaron falanges incontables de hombres ilustres por la santidad v el ardor apostólico, los cuales orientaron y encendieron los ánimos de sus oyente en el fulgor de la vida cristiana.

Basta nombrar uno entre muchos, Santo Domingo de Guzmán, el cual se entregó a una y otra misión con felices resultados por medio del Santo Rosario. Y no habrá quien ponga en duda la gran parte que corresponde a la Madre de Dios, en las victorias conseguidas por los Padres y Doctores de la Iglesia, al reivindicar e ilustrar de forma tan egregia la verdad católica. Ellos mismos fueron los primeros en reconocer que Ella, “Sedes sapientiae”, recibieron la afluencia de las mejores inspiraciones que tuvieron, al escribir; a Ella, pues, y no a ellos, se debe atribuir el que la maldad del infierno fuese aniquilada. Finalmente, los Príncipes y los Romanos Pontífices, custodios y defensores de la fe; los unos en las guerras santas en legítima defensa que emprendieron; los otros en los solemnes decretos que promulgaron, lo hicieron comenzando por invocar el nombre de la Santísima Virgen, a la que encontraron siempre propicia.
De aquí que tanto la Iglesia como los Padres hacen a la Virgen objeto de estas prolijas y bien merecidas alabanzas: “Ave, ¡oh boca de los Apóstoles siempre elocuente, sostén estable de la fe, roca firmísima de la Iglesia!, salve, ¡oh Tú!, por cuyo medio hemos entrado, a formar parte de los ciudadanos de la Iglesia una, santa, católica y apostólica; ¡salve!, fuente inagotable de virtudes, de la cual dimanan los ríos de la sabiduría celestial de la más limpia ortodoxia, poniendo en fuga a la turba de los errores; alégrate, porque Tú sola extinguiste todas las herejías en el mundo universo.”

2. Influjo moral de María sobre los católicos.
Además del influjo doctrinal, el culto de la Santísima Virgen ha ejercido en la Iglesia de Dios un admirable influjo moral. Este influjo constituye un verdadero prodigio de orden moral, pues ha hecho florecer en este maravilloso jardín, que se extiende de un polo al otro de la tierra, las flores de todas las virtudes; los frutos de todos los heroísmos.

La profesión de la virginidad que constituye la fuerza más viva de la Iglesia, ha florecido sobre el tronco del culto Mariano pues se ha inspirado en la virginidad integérrima de María hacia la cual se orienta desde los primeros siglos de la Iglesia la atención de los fieles. Todas las almas que se sintieron irresistiblemente atraídas por el Salvador comprendieron, bajo el influjo del ejemplo de la Virgen, que aquél era el mejor medio de darle a El, no una parte, sino el corazón entero. No exageraba, pues, el doctísimo Gersón cuando escribía: “Tú aspiras y respiras en todo el cuerpo de la Iglesia: de la misma manera que el cuerpo no puede vivir sin respirar, así el cuerpo místico (de los fieles) no puede vivir sin el auxilio de María, o sea, no puede conservar la vida espiritual”.
De la misma manera que la Iglesia está continuamente postrada a las plantas de esta su Madre divina, así esta Madre celestial se hace continuamente presente en la Iglesia con toda suerte de cuidados y con el encanto de sus ternuras maternales. Por eso el Papa Pío XII ha consagrado solemnemente la Iglesia a María.

3. La práctica de consagrar las parroquias y las diócesis a María.
Por estos motivos, jamás se insistirá demasiado sobre la conveniencia de propagar la piadosa práctica de consagrar solemnemente al Corazón Inmaculado de María cada una de las Diócesis y Parroquias como conclusión lógica y feliz coronación de la consagración particular de los individuos y de las familias al mismo Corazón. Con este medio, el Santo Cura de Ars, el Abad Desgenettes, el padre Fernando Baccilieri convirtieron las selvas en jardines. Este potente soplo Mariano avivará la llama del ministerio parroquial y lo hará fecundo en frutos.



III. INFLUENCIA DE MARÍA SOBRE LA SOCIEDAD CIVIL

Los beneficios del culto de María sobre la sociedad civil son también innumerables.

1. Los tres bienes fundamentales de la sociedad civil: la belleza, la bondad, el bien.
Tres son los bienes fundamentales que pretende alcanzar la sociedad civil y que constituyen la civilización; el progreso de la verdad, o sea, de la ciencia, y para ello es necesario perfeccionar el entendimiento; el progreso del bien, o sea de las costumbres, con el perfeccionamiento de la voluntad; el progreso de la belleza, o sea, de las artes, con el cultivo de la imaginación y de la sensibilidad. Ahora bien, a este triple progreso social nadie ha contribuido tanto, después de Cristo, como la Santísima Virgen. Lo Bello, la Verdad y el Bien, observa acertadamente el filosofo católico Nicolás, considerados su fuente, son tres modos de ser de Dios, del cual la Verdad es su carácter más esencial, la Belleza es su esplendor y la Bondad el soplo. Pero la más grande manifestación de Dios, o sea, de la Verdad, del Bien y de la Belleza divina, ha sido precisamente el Verbo Encarnado Jesucristo. Nos lo dice El mismo en aquella su admirable definición: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.” (San Juan 14, 6). El es la Verdad; Verdad eterna e invisible, por ser el Verbo del Padre, y Verdad encarnada y visible, por ser el Verbo Encarnado. El es el Camino, porque es la regla viviente y el modelo para llegar a Dios. El es la Vida, o sea, la Belleza y el Amor, que son la vida de la imaginación y del sentimiento. Jesús, por tanto, es la más alta expresión sensible de la Verdad, de lo Bueno y de lo Bello; mas es bueno recordar que no lo es sino por medio de María.

Por medio de Ella, esta Verdad se manifiesta y nos ilumina. Es por medio de María que este Camino o Bondad se nos pone delante y nos conduce. Es por María que esta Vida resplandece en todo su fulgor, o sea, que esta Belleza y este Amor nos alientan, nos conquistan y nos transforman. Como tal. o sea, como Camino, Verdad y Vida, es decir, como Bueno, como Verdad y como Belleza, El domina el campo de la inteligencia, de la voluntad, de la imaginación y del sentimiento. Por eso El domina las ciencias, las costumbres y las artes.

Ahora bien, el más alto dominio en este triple y vastísimo campo, después de Cristo, compete indiscutiblemente a la Madre de Cristo, a María. Ella viene a ser de esta manera, después de su Hijo, el mayor factor de civilización para la sociedad civil, o sea, el estímulo poderoso y el alimento más sustancioso de la Verdad, de la Bondad y de la Belleza, es decir, de la inteligencia, de la voluntad, de la imaginación y del sentimiento, o sea, de la ciencia, de la moral y del arte.
2. Influjo de María sobre las ciencias. Incalculable, ante todo, es el influjo de María en el campo de la inteligencia, o sea, sobre las ciencias. Ella es la Madre de Aquel que se definió a sí mismo como “la Verdad”. Está, por tanto, íntima e indisolublemente unida a El.

La Mariología no se puede separar de la Cristología; una y otra forman, se puede decir, el corazón de toda la ciencia Teológica. El estudio creciente de María, como el estudio creciente de Jesús, influyen en el estudio de la ciencia Teológica, a la cual están, naturalmente, subordinadas y de la cual son como auxiliares, todas las ciencias naturales. Promover, pues, el estudio de la ciencia Teológica equivale, indirectamente, a promover el estudio de todas las ciencias naturales. Justamente aseguraba el filosofo católico José De Maistre: “Cuanto más cultivada sea en un país la Teología, tanto más lo serán las demás ciencias.” He aquí por qué las naciones cristianas han aventajado en las ciencias a todas las demás naciones. Copérnico, Kepler, Descartes, Newton, los Bernulli etc., son producciones del Evangelio. De la misma manera que Cristo es el Señor de las ciencias, así María es la Señora de las ciencias, la verdadera Sede de la Sabiduría. La filosofía de la historia, sin Cristo y sin María, que son su centro, resultan ininteligibles, pues se encuentran desconectadas de su centro. Ella es, con Cristo, la empresa de los siglos, «negotium saeculorum».
3. Influjo de María sobre las costumbres. En dos modos principalmente ha influido el culto de la Santísima Virgen en las costumbres sociales: contribuyendo eficazmente a la desaparición de la barbarie y elevando el concepto social de la mujer. El influjo de la Santísima Virgen en la desaparición de la barbarie en que se encontraban envueltos los pueblos paganos ha sido puesto de relieve por más de un historiador.

Se sabe que en los albores del siglo V los bárbaros que bajaron del Norte de Europa atacaron con ímpetu al imperio amenazando la civilización romana. Sólo la fuerza de la idea cristiana y Mariana consiguió contener a estos pueblos, convirtiéndolos de lobos en corderos. La suave figura de María abrió un surco de suavidad y dulzura en sus almas duras.

Pero el mejor influjo del culto Mariano sobre las costumbres sociales lo realizó elevando a la mujer social y moralmente. Es un hecho que no necesita demostración que la mujer es el termómetro del estado moral de una edad, de un siglo, de una nación. Cual es la mujer, tales son la costumbres. Para comprender bien toda la influencia de María en la elevación moral de la mujer, es necesario dar una rápida mirada al estado moral en que se encontraba antes de María y en el estado en que se encuentra actualmente en los pueblos aún no iluminados por la luz del Evangelio.

Fijémonos en el Oriente y en el Occidente. En el Oriente, entre los persas, los asirios, los indios, etc., la mujer, más que una persona, no era otra cosa que un vil objeto de placer y de tráfico, estando sujeta a la prostitución religiosa o legal. La inferioridad moral de la mujer con respecto al hombre era indiscutible, proclamada altaneramente por el hombre y aceptada sumisamente por ella. La mujer no podía aspirar a la dignidad de hija, de esposa, de madre.

El Occidente nos ofrece un cuadro no menos oscuro. Los griegos mismos y los romanos estuvieron muy lejos de tener el concepto justo y verdadero de la mujer.

En Atenas, el estado más avanzado de Grecia, la mujer estaba como secuestrada y mantenida bajo tutela. Nada le pertenecía. “De todos los seres vivientes y dotados de razón, decía Medea en la tragedia de Euripides, nosotras las mujeres somos los más desgraciados: nos vemos obligadas, ante todo, a comprar un marido mediante sumas enormes; el esposo es el dueño absoluto de nuestra persona. El divorcio no está consentido para las mujeres, a éstas no les es posible desprenderse del marido... ¿Qué nos queda, pues, sino morir?”

En Esparta, otro estado poderoso de la Grecia, aparecía del todo emancipada y asociada a la vida exterior y política de los ciudadanos. Pero debía de pagar tal privilegio con el precio de la abdicación de las propiedades de su sexo y de una manera especial debía de sacrificar su tesoro más preciado: el pudor. Era una especie de heroína bárbara. Las mujeres casadas se cambiaban y se vendían como animales inmundos.

También en Roma la mujer estaba sujeta a un control perpetuo de su persona y de sus bienes, en la sociedad doméstica y en la sociedad civil. Su único refugio, su miserable consuelo, eran el lujo y la lujuria desenfrenada. Enteramente inmolada al marido, no era para éste, en realidad, más que una cosa.

En resumen: “Todas las legislaciones antiguas como asegura, De Maistre, desprecian a la mujer, la degradan, la molestan, la maltratan más o menos”. “Si existe algún factor constante, observa Troplong, es la inferioridad en la cual las mujeres eran situadas por la religión y por las constituciones políticas”.

La mujer judía, a pesar de la poligamia y el repudio, era altamente honrada en todos sus estados (virgen, esposa, madre, viuda); se le consentía cierta participación en la vida política. Pero estos honores le eran prodigados en vista a una mujer, la mujer por excelencia: la futura Madre del Mesías, tan esperado y deseado. Tal era, en pocas palabras, el estado de la mujer antes de María. No es menos desconsoladora su situación después de María, en los lugares donde no ha llegado la luz del Evangelio “Sacrificada en la India, dice De Maistre, sobre la tumba de su esposo; esclava, bajo el Corán [de los musulmanes]; bestia de carga, entre los salvajes.”

La raíz última de este universal desprecio hacia la mujer antes de que fuese conocida María, tiene como fundamento la iniciativa que la compañera del hombre tuvo en el drama del pecado original, hecho del cual quedó siempre algún recuerdo en la historia de los pueblos.

Así Hesiodo, narrador de los mitos griegos, nos refiere que Vulcano, al plasmar a Pandora “en lugar del bien, fabricó un bello mal.” “Las mujeres, dice, cómplices de todo mal, han sido dadas a los hombres por el Señor del rayo, como el más funesto de las dones” “¡Oh mujeres, grita Esquilo, criaturas insoportables, sexo odiado por los sabios, con el cual no se debería jamás habitar, principal flagelo de la familia y del estado!”

Simónides llegó a declarar que Dios “al crear a la mujer, le hizo un alma aparte y le formó un cuerpo con materias tomadas de algunos animales.” “La mujer, proclama Hipócrates, es perversa por naturaleza.” La misma Sabiduría hubo de lanzar esta piedra contra la mujer, no sin razón: “Con la mujer tuvo comienzo el pecado y a causa de ella todos hemos de morir.” (Ecles. 25, 33.) El pecado: he aquí la raíz de la maldición universal sobre la mujer. Mas he aquí otra mujer que es todo lo contrario de Eva y que repara sobreabundantemente el daño por ella ocasionado a todo el género humano: ¡María! Ella rehabilita en sí misma a Eva y a todas sus desventuradas hijas. ¿Cómo puede la mujer seguir siendo esclava desde el momento en que una mujer se convierte en la dueña del cielo y de la tierra? ¿Cómo podrá seguir siendo menospreciada por el hombre, desde el momento que éste se arrodilla lleno de respeto y maravillado delante de una mujer? De esta forma, la Virgen convierte a la esclava en señora.

La que era considerada como un bello mal se convierte en un bien bello. La que era acusada de ser cómplice de todos los males, es trocada por María en cómplice de todos los bienes, en las escuelas, en los hospitales, en las misiones, donde hay un bien que realizar. A la maldición universal provocada por Eva, sucede la bendición universal originada por María. De esta manera, la mujer elevada por María llega a alcanzar un puesto incomparablemente más alto que aquél del cual había caído. Vuelve a ser altamente respetada en todos sus estados: como hija, como esposa y como madre. De la cual se origina un florecimiento de virtudes en ventaja directa e indirecta de la sociedad civil. Se sabe, en efecto, que las naciones se forman sobre las rodillas de las madres; la mujer influye sobre la sociedad, formando al hombre en el niño, en el hermano y no raramente en el esposo.

4. Influjo de María sobre las bellas artes.

Además de influir en el campo de la ciencia y de las costumbres, el culto de la Santísima Virgen influye de manera singular en el campo del arte, al cual ofrece la belleza creada en todo el esplendor que se puede imaginar. Toda la belleza, en efecto, de que es capaz una criatura pura, se encuentra concentrada en Ella, de forma que es considerada por todos como la misma belleza en persona, belleza que confina con la Belleza infinita. El encanto de la belleza. propia de su sexo reviste en ella una forma nueva. Dos coronas se entrelazan en su frente: la de la maternidad y la de la virginidad. María conserva toda la riqueza del fruto al mismo tiempo que la lozanía de la flor.

Un tipo ideal de belleza de esta naturaleza no podía menos que deslumbrar a la fantasía e influir sobre la sensibilidad de los artistas y en efecto, ¡cuántos rayos de celestial belleza no ha hecho llover sobre las bellas artes durante veinte siglos de cristianismo!

Rayos de celestial belleza, sobre todo en el campo de la poesía. Se ha dicho “que la mujer ha sido, creada para ser la poesía del hombre.” Este juicio adquiere un valor singular cuando se refiere a la mujer por excelencia, que es María. No sin razón se la ha llamado por aclamación: “Maestra de los buenos poetas.” Baste recordar los nombres de Dante, Petrarca, Tasso, Manzoni; de los alemanes Goethe, Kiopstock, Werner y Schlegel; de los españoles Luis de León y Zorrilla.

Rayos de celestial belleza sobre la pintura. María es para los pintores como para los poetas una “belleza siempre antigua y siempre nueva.” Baste recordar las obras insuperables de Fray Angélico, de Rafael, de Murillo, de Durero, etc. Destruid las innumerables vírgenes de todas las épocas y de todas las escuelas. y habréis destruido gran parte de las principales pinacotecas de Europa y del mundo.

Rayos de singular belleza sobre la escultura y la arquitectura. Basta también .recordar aquí los nombres de Miguel Ángel, de Dupré etcétera. Rayos de singular belleza sobre la arquitectura. Basta volar con el pensamiento a las majestuosas catedrales de Italia, de Francia, de España... “¡Oh Santa Virgen, Madre mía exclama Ozanam, cuánto es Vuestro poder! Y qué viviendas tan maravillosas os ha hecho levantar vuestro Hijo, en cambio de vuestra pobre casita de Nazareth. Yo conocía la magnificencia de la Catedral de Colonia y Santa María la Mayor; la de Santa María de Florencia y Nuestra Señora de Chartres. Mas era poca cosa poner a vuestro servicio a italianos, franceses y alemanes. He aquí que estos españoles deponen sus espadas y se convierten en albañiles, a fin de que también tengáis una morada en medio de ellos.”

Rayos de singular belleza sobre el arte de los sonidos, la música. Baste recordar los nombres de Palestrina, de Monteverdi, de Scarlatti de Pergolesi, etc. Tenía razón Goethe cuando decía que “María es la idea y la forma nueva, Ella lo es todo. Sin ella no tendréis arte; sin Ella no existiría ni Dante, ni Rafael, ni Durero, ni Murillo... La Virgen es el principio del amor y de la vida, el eterno femenino.”

CONCLUSION.
Cuenta Nicolás que un incrédulo, disputando con él dejó escapar esta pregunta: “¿Qué llegaría a ser la sociedad si desapareciese el Cristianismo?”
Dado el influjo singularísimo del culto de María sobre la sociedad religiosa y civil, se podría hacer una pregunta análoga, o sea semejante: “¿Qué sería .de la sociedad si llegase a .desaparecer María?”

La respuesta, después de cuanto hemos dicho, no es difícil de formular: El aspecto de la sociedad cambiaría por completo

R.P.Gabriel Roschini

Bibliografía: R. P. G. Roschini, Instrucciones Marianas, Madrid, 1953, ed. Paulinas, págs. 296-307.
"Era necesario que Aquella que en el parto había conservado ilesa su virginidad conservase también sin ninguna corrupción su cuerpo después de la muerte. Era necesario que Aquella que había llevado en su seno al Creador hecho niño, habitase en los tabernáculos divinos. Era necesario que la Esposa del Padre habitase en los tálamos celestes. Era necesario que Aquella que había visto a su Hijo en la cruz, recibiendo en el corazón aquella espada de dolor de la que había sido inmune al darlo a luz, lo contemplase sentado a la diestra del Padre. Era necesario que la Madre de Dios poseyese lo que corresponde al Hijo y que por todas las criaturas fuese honrada como Madre y sierva de Dios" (San Juan Damaceno Encomium in Dormitionem Dei Genitricis semperque Virginis Mariae, hom. II, 14

El Santo Rosario, un arma contra el Falso Ecuménismo

El Santo Rosario, un arma contra el Falso Ecuménismo



La relación que guarda el Santo Rosario con el ecumenismo es muy esclarecedora, para el que quiera comprobar que no hay otro camino que no pase por la CONVERSIÓN y el RETORNO de los herejes y cismáticos a la Santa Iglesia Católica.
Santo Domingo de Guzmán, insigne santo español del siglo XII, fundador de la orden de los Predicadores –también conocidos como dominicos–, fue un apóstol de primera categoría, que junto a San Francisco de Asís, dieron pie a la creación de las llamadas órdenes mendicantes.Su carisma fundamental era la predicación para la conversión de alejados de Dios, y sobre todo la de los herejes, que en aquella época campaban por doquier.
Su labor se centró sobre todo en el mediodía de Francia, donde estaban ubicados los herejes cátaros o albigenses, que mantenían doctrinas y prácticas gnósticas, con gran desmedro de la fe católica, pues el error se propagaba con rapidez y pertinacia.
Santo Domingo y sus compañeros sostuvieron una serie de encuentros con los adalides de la herejía en varias ciudades, donde estaba muy arraigada la herejía, en los que se dieron una serie de torneos de controversia con la Sagrada Escritura y argumentos teológicos, en los que sin excepción, los herejes se vieron derrotados o no lograron imponerse al santo castellano.
A pesar de vencer a los herejes en estos torneos de oratoria, el endurecimiento de los seguidores de la herejía, no producía muchas conversiones.
Santo Domingo, en un momento de debilidad y desesperación por los pocos frutos obtenidos, recibió una revelación de la Santísima Virgen, que le confortó, y en la que le mostró la oración del santo Rosario, para que sus desvelos apostólicos y predicaciones dieran por fin el éxito deseado: la CONVERSIÓN de los herejes.
Y en efecto, a partir de ese momento las conversiones se incrementaron maravillosamente.Así pues, La Santísima Virgen dio a Santo Domingo el Rosario, para que lograra la CONVERSIÓN de los herejes, y no para rezar con ellos en comandita.
¿Acaso la condescendencia con los herejes atrae más conversiones?
Los frutos obtenidos dicen que no.Este es el drama del ecumenismo: que no se busca la CONVERSIÓN y el RETORNO de los herejes y los cismáticos, sino que cada uno permanezca como está: el hereje en su error –por muy de buena fe que persista en él–; y el católico sin obedecer el mandato de Cristo:“Id pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado.” (Mt. 28, 19-20)
Ni la orden de San Pablo al obispo Tito, que en sentido propio nos podemos aplicar todos los católicos, cada uno según su capacidad, pues todos somos soldados de Cristo:“Porque es necesario que un obispo sea capaz de instruir en la sana doctrina y refutar a los que contradijeren.” (Tit. 1,7.9)
Reflexionemos: “haced discípulos”, ¿no es “CONVERTID”?; “refutar a los que contradijeren”, ¿no es hacer lo que hacía Santo Domingo con los herejes?La Sagrada Escritura, los Santos Padres, los propios santos con su vida y obras –como santo Domingo–, claman con toda fuerza que el camino a seguir en el ecumenismo y el diálogo interreligioso es el RETORNO, y la CONVERSIÓN, como único fin. Todo fin que no sean estos conceptos, es desvirtuar el verdadero ecumenismo.


La Sagrada Escritura, los Santos Padres, los propios santos con su vida y obras –como santo Domingo–, claman con toda fuerza que el camino a seguir en el ecumenismo y el diálogo interreligioso es el RETORNO, y la CONVERSIÓN, como único fin. Todo fin que no sean estos conceptos, es desvirtuar el verdadero ecumenismo.

Como en el falso ecumenismo no se busca la conversión, se dejan de practicar algunas de las obras de misericordia, como son “corregir al que yerra” y “enseñar al que no sabe”, como hacía Santo Domingo.
Pero claro, ahora está muy extendido eso de que “hay que dejar a cada uno en su religión, pues si está de buena fe se salvará” y “el ecumenismo con los hermanos separados hay que practicarlo dejando a cada uno en su creencia y convergiendo todos (católicos y herejes) hacia un centro común a todos.”¿Y el mandato de Cristo, qué?, ¿lo mandamos a paseo?Como ahora no se busca convertir, se pisotean las obras de misericordia, por decir lo menos grave.
¿Por qué los promotores del falso ecumenismo no siguen el ejemplo de los santos como santo Domingo de Guzmán o S. Luis Mª. Grignión de Monfort?
Éste último, en su famoso libro El secreto admirable del Santísimo Rosario, escribe: “Aún cuando fueseis un hereje endurecido y obstinado como un demonio, tarde o temprano os convertiréis y os salvaréis, con tal que recéis devotamente todos los días el Santo Rosario hasta la muerte, para conocer la verdad y obtener la contrición y el perdón de vuestros pecados.”

Por ello vemos con dolor la Carta Apostolica de S.S. Juan Pablo II sobre el Santo Rosario -"Rosarium Virginis Mariae", pues en el habla de un rosario "ecumenico", en el cual no existen mas herejes e infieles a los que hay que convertir, sino al contrario, el Papa busca que el Rosario sea un signo de "unidad" entre las falsas religiones y sus falsas espiritualidades, igualando el Santo Rosario, con el rosario budista y musulman, de ahi que los misterios luminosos exalten unicamente al Cristo comun (de católicos y protestantes), y no al Cristo Rey, fundador de la Santa Iglesia Católica.

Ademas el Rosario pasa a ser de una devocion mariana a una devoción cristocentrica, y los misterios en los que se medita la participación de Nuestra Señora en la redención, pasan a ser unicamente un "resumen del evangelio", de ahi el no aceptar estos misterios de la Luz, pues de fondo contienen un espiritu ecumenico y protestante, y en segundo pretender atenuar la devoción y el honor de Nuestra Señora en favor de un aberrante ecumenismo, en el cual el papa no habla de herejes, de infieles, de los males que afligen a la Iglesia, de la grave crisis de fe, sino que busca introducir un CRISTOCENTRISMO sustituto de la devoción Mariana tradicional en la mas excelsa arma dada por Dios nuestro Señor para implorar la intercesión de su Bendita Madre.
Por ello todos los santos si supieron hacer del Santo Rosario un arma formidable para la conversión, que no lo olvidemos, para eso se lo dio la Santísima Virgen al santo castellano.
En conclusión: la oración en el ecumenismo debe ser para la CONVERSIÓN y el RETORNO como fin último; si no, es un falso ecumenismo de la peor especie que olvida el mandato de Cristo; y del que desobedece a Cristo ya sabemos su situación:“Todo el que no está conmigo, está contra Mí, y el que no recoge conmigo, desparrama.” (Mt. 12,30)Terribles palabras que deben meditar los promotores del falso ecumenismo.


"Recurrir a María Santísima es recurrir a la Madre de la Misericordia, dispuesta de tal modo en nuestro favor que cualesquiera que sean nuestras necesidades y, especialmente las del alma, movida por su misma caridad y aun adelantándose a nuestras súplicas, nos socorre siempre y siempre nos infunde los tesoros de aquélla gracia con que desde el principio la adornó Dios para que fuera digna Madre suya" (S.S. León XIII carta enciclica sobre el Santo Rosario Magnae Deis Matris 1892)



San Pío X

"porque los verdaderos amigos del pueblo no son ni revolucionarios ni innovadores, sino tradicionalistas" (Enciclica Notre Charge Apostolique)