jueves, 24 de diciembre de 2009

Gloria in excelsis Deo!

La Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.


A todos mis hermanos en Cristo que visitan este Blog Semper Fidelis les deseo de corazón una muy Feliz y Santa Navidad.

Que Cristo Luz del Mundo les colme de Gracias y Bendiciones.

"Et incarnatus est de Spiritu Sancto ex Maria Virgine, et homo factus est"

Gloria in excelsis Deo,
et in terra pax hominibus bonae voluntatis.
Laudamus te,
Benedicimus te,
Adoramus te,
Glorificamus te,
Gratias agimus tibi propter magnam gloriam tuam,
Domine Deus, Rex caelestis, Deus Pater omnipotens.
Domine fili unigenite, Jesu Christe,
Domine Deus, Agnus Dei, Filius patris,
Qui tollis peccata mundi, miserere nobis.
Qui tollis peccata mundi, suscipe deprecationem nostram.
Qui sedes ad dexteram Patris, miserere nobis.
Quoniam tu solus sanctus,
Tu solus Dominus,
Tu solus Altissimus, Jesu Christe,
Cum Sancto Spiritu in gloria Dei Patris. Amen.


"Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emmanuel" (Isaías 7, 14).
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"Ante él se postrarán los moradores del desierto, y sus enemigos lamerán el polvo" (Salmos 72, 9).
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"Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! Sucedió que cuando los ángeles su fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado" (Lucas 2,8-15).

lunes, 7 de diciembre de 2009

8 de Diciembre

Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Siempre Virgen María.

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Atestiguaron que la carne de la Virgen tomada de Adán no recibió las manchas de Adán, y, de consiguiente, que la Virgen Santísima es el tabernáculo creado por el mismo Dios, formado por el Espíritu Santo, y que es verdaderamente de púrpura, que el nuevo Beseleel elaboró con variadas labores de oro, y que Ella es, y con razón se la celebra, como la primera y exclusiva obra de Dios, y como la que salió ilesa de los igníferos dardos del maligno, y como la que hermosa por naturaleza y totalmente inocente, apareció al mundo como aurora brillantísima en su Concepción Inmaculada. Pues no caía bien que aquel objeto de elección fuese atacado, de la universal miseria, pues, diferenciándose inmensamente de los demás, participó de la naturaleza, no de la culpa; más aún, muy mucho convenía que como el unigénito tuvo Padre en el cielo, a quien los serafines ensalzan por Santísimo, tuviese también en la tierra Madre que no hubiera jamás sufrido mengua en el brillo de su santidad.
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Y por cierto, esta doctrina (de la Purisima Concepción) había penetrado en las mentes y corazones de los antepasados de tal manera, que prevaleció entre ellos la singular y maravillosísima manera de hablar con la que frecuentísimamente se dirigieron a la Madre de Dios llamándola inmaculada, y bajo todos los conceptos inmaculada, inocente e inocentísima, sin mancha y bajo todos los aspectos, inmaculada, santa y muy ajena a toda mancha, toda pura, toda sin mancha, y como el ideal de pureza e inocencia, más hermosa que la hermosura, mas ataviada que el mismo ornato, mas santa que la santidad, y sola santa, y purísima en el alma y en el cuerpo, que superó toda integridad y virginidad, y sola convertida totalmente en domicilio de todas las gracias del Espíritu Santo, y que, la excepción de sólo Dios, resultó superior a todos, y por naturaleza más hermosa y vistosa y santa que los mismos querubines y serafines y que toda la muchedumbre de los ángeles, y cuya perfección no pueden, en modo alguno, glorificar dignamente ni las lenguas de los ángeles ni las de los hombres. Y nadie desconoce que este modo de hablar fue trasplantado como espontáneamente, a la santísima liturgia y a los oficios eclesiásticos, y que nos encontramos a cada paso con él y que lo llena todo, pues en ellos se invoca y proclama a la Madre de Dios como única paloma de intachable hermosura, como rosa siempre fresca, y en todos los aspectos purísima, y siempre inmaculada y siempre santa, y es celebrada como la inocencia, que nunca sufrió menoscabo, y, como segunda Eva, que dio a luz al Emmanuel.
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Bienaventurado Papa Pío IX, Bula Ineffabilis Deus.
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"Proclama mi alma la grandeza del Señor,y se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque el poderoso ha hecho obras grandes por mi”. (San Lucas 1,48)
B
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martes, 10 de noviembre de 2009

Las buenas intenciones y el Infierno..

EL CAMINO DEL INFIERNO ESTÁ EMPEDRADO
DE «BUENAS INTENCIONES»
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Juan XXIII el Papa de los "Sacrificios" y aggiornamiento en favor de la "unidad" cristiana.
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«En el Evangelio leemos también que se predijo que nuestros enemigos serían más bien de nuestra familia, y que aquellos que han sido asociados primero en el sacramento de la unidad serían quienes se traicionaran unos a otros.» Epístolas de S. Cipriano LIV
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¿Por qué se han instituido todos estos cambios? Uno debe recordar que como ha dicho William Blake de un pontífice anterior:
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«Y Caifás era, a sus propios ojos, Un benefactor de la humanidad.»
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¿Qué ha conducido a hombres que presumiblemente son «sinceros» y de «buena voluntad» a romper con las tradiciones establecidas por los apóstoles, y con las enseñanzas mantenidas por la Iglesia a lo largo de las edades? ¿Qué ha inducido a los responsables a seguir las sugestiones del modernista Tyrrell al efecto de que ellos creían que lo que la Iglesia necesitaba era «una infusión liberal de ideas protestantes»? ¿Por qué el «fuerte» ha sido abandonado «incluso por aquellos que debían guardarle»?
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¡O bien los responsables tenían una fe defectuosa, o no eran ni siquiera cristianos! Con toda su «sinceridad» y su «buena voluntad», ellos, al igual que los reformadores protestantes de una época anterior, no podían morar en la santa madre Iglesia ni aceptarla como había sido siempre. Para aquellos que se habían criado en la Iglesia tradicional era perfectamente obvio que la mente y el pensamiento de la Iglesia eran diametralmente opuestos a los del así llamado «hombre contemporáneo». Los innovadores sentían que si «la Iglesia no hablaba al hombre moderno» (siendo ellos mismos el hombre moderno), era claramente la Iglesia la que estaba en falta. Imbuidos con las falsas ideas del progreso y de la evolución olvidaron que era «el hombre moderno el que no quería oír a la Iglesia». A pesar de que rechazaban el título, ellos mismos eran «modernistas» y «liberales» que buscaban introducir a la Iglesia -esencialmente una estructura «atemporal»- en el mundo moderno: no como algo adverso hacia el mundo moderno, no como una entidad cuya función era instruir y guiar al mundo moderno en los caminos de Dios, sino como una parte y parcela de ese mundo -en la «vanguardia» y al «frente» de sus desviaciones de la norma que Cristo estableció. Es precisamente en este sentido como la Iglesia conciliar ha abandonado su papel de «maestra» (magister) y se ha declarado a sí misma la «servidora» del mundo. Deseaban hacer «relevante» a la Iglesia en un mundo que había perdido toda relevancia y estaba hueco de significado, un mundo que estaba «alienado» y que había perdido de vista la única «cosa necesaria». ¿Qué es toda esta palabrería de «servir» al «mundo», sino dar al César lo que es de Dios?
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Ahora bien, si la Iglesia había de ser «cambiada» ¿qué pautas y que autoridad habían de ser invocadas? La única alternativa a la «tradición» es en último análisis el «juicio privado» -el juicio privado «colectivo» de aquellos cuyas almas habían sido corrompidas por los errores «colectivos» de nuestros tiempos. Por lo tanto Aggiornamento es el grito de guerra de los innovadores. ¿De qué modo ha de tener lugar este aggiornamento? ¿Cuáles son algunos de los principales asuntos que cruzan por el pensamiento de la Iglesia posconciliar?.
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El concepto modernista de «LIBERTAD» es a la vez supremo y básico. Llevada a su forma extrema ésta es lo que puede ser descrito como la absoluta soberanía del individuo en su completa independencia de Dios y de la autoridad de Dios. Al rechazar el principio de la autoridad absoluta en religión, el hombre moderno sostiene que todo individuo puede rechazar una parte, o todo, del depósito de la Revelación, y que puede interpretar cualquier cosa que prefiera conservar según los dictados de su juicio privado. Para el hombre modernista someterse a cualquier autoridad que sea más alta que él mismo es perder su «dignidad» como hombre. (Cualquiera que se somete así es tachado de «rígido», «chapado a la antigua», «supersticioso», «no querer ser una persona responsable» y, por encima de todo, de ser una persona «opuesta al progreso»). Ahora bien, este principio «liberal» impelido por la ley de su propia impotencia, inevitablemente da nacimiento a diferencias y contradicciones sin fin. En último análisis, está forzado a reconocer como válida cualquier creencia que surja del ejercicio del juicio privado -el dogma es reemplazado así por la mera opinión. Llega, por tanto, finalmente, por la fuerza de sus propias premisas, a la conclusión de que un credo es tan bueno como cualquier otro; entonces busca resguardar su inconsistencia bajo el falso alegato de la «libertad de conciencia».
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. El Papa Pablo VI, promotor de una unidad sin Cristo. ¿quizá por eso no porta el Crucifijo?.

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Derivándose de esta falsa idea de libertad que hace de cada hombre su propia autoridad más elevada en cuanto a la determinación de la Verdad, está la aseveración de que todos los puntos de vista religiosos son igualmente buenos. ¡Ciertamente, está claro que un hombre que con la excusa de la libertad racional tiene derecho a repudiar cualquier parte de la Revelación que pueda disgustarle, no puede lógicamente entrar en debate con otro hombre que, sobre la misma base, la repudia toda entera! No solamente un credo es tan bueno como cualquier otro, sino que, asimismo, ningún credo es tan bueno como cualquier otro. El hombre moderno está cansado de todas las controversias religiosas subjetivas e individualistas que ha producido, y estando totalmente desinformado de los conceptos tradicionales, no puede comprender la exclusividad religiosa. Para él lo sobrenatural se identifica vagamente con lo supersticioso, la fe con la credulidad, la firmeza con el fanatismo, la intransigencia con la intolerancia, y la coherencia con la estrechez de miras. La idea misma de que una religión tenga la «plenitud de la verdad» se le aparece a la vez como incongruente y ofensiva. De aquí que sostenga no solamente que una religión es tan buena como cualquier otra, sino que todas las religiones deberían ser relegadas al «sector privado» de nuestras vidas. Todo lo que pide de su semejante es un mínimo de «sinceridad» y de «buena voluntad», y que guarde para sí mismo sus miras religiosas. El asunto mismo no ha de ser tratado «en la sociedad educada». Y estas son precisamente las ideas fundamentales para el «Movimiento Ecuménico», un fenómeno tan patentemente anticristiano que la Iglesia Ortodoxa Griega en Norteamérica se ha visto obligada a promulgar un documento advirtiendo a sus adeptos que eviten todo compromiso con esta forma de «cristiandad secularizada».
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LA APOSTASIA DEL ESTADO.
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Se sigue, además, una vez que se han aceptado las proposiciones anteriores, que ninguna religión debe sostener una posición de preeminencia en el Estado. La autoridad civil debe tratar a todas las confesiones igualmente, ya sean buenas o malas. Puesto que la posibilidad de la verdad objetiva es negada, la religión deviene todo lo más «tolerada» -cuando compite, sin embargo, con el Estado por el «control» de la mente de los hombres, entonces es descrita como estando «contra el progreso», y llamada «el opio del pueblo». La base de la autoridad del Estado civil no reside en Dios, sino en el derecho de los pueblos (la «autodeterminación») a establecer sus propias leyes con entera independencia y máximo desprecio de cualquier otro criterio que no sea la voluntad popular expresada en las urnas. Estas, a su vez, a menudo son controladas y manipuladas por fuerzas anticristianas. ¡No infrecuentemente lo que resulta es que Barrabás es libertado mientras que Cristo es crucificado!
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La idea de un «Estado católico» no solo es rechazada, sino que es vista como un «mal» que ha de ser destruido. ¡Lo que es llamativo es que tal actitud ha sido adoptada por el Vaticano II! Escuchemos a los documentos:
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«Los fieles cristianos, como los demás hombres, deben disfrutar del estado el derecho a no ser estorbados en modo alguno en cuanto a dirigir sus vidas según su conciencia. Está enteramente de acuerdo con la libertad de la Iglesia y la libertad de religión el que todos los hombres y todas las comunidades tengan este derecho otorgado a ellos como un derecho legal y civil.»
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Por esto es por lo que la jerarquía, en países católicos como España y Portugal, ha interferido activamente en la estructura política para favorecer su «liberalización» y «democratización». Y naturalmente se sigue de tales actitudes que debería haber una absoluta libertad de culto, la supremacía del Estado, la separación de la Iglesia y de Dios de la autoridad civil, la educación secular y el matrimonio civil. La iglesia post conciliar, con un «mandato del Vaticano II», está haciendo campaña activamente para promover la secularización de los países católicos, como Italia e Irlanda. Lo que resulta en el orden práctico es que los comunistas, los francmasones y los adoradores de Satán son tratados en igualdad con la divina Revelación.
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La Iglesia al servicio de los masones y sionistas. .

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También resultan otras consecuencias. En el dominio de la moralidad, no se ha de abrazar ningún valor absoluto. Lo que se considera que es de mayor conveniencia para la mayoría de las gentes (a menudo una minoría bien organizada en la práctica) es lo que el Estado legisla, un proceso que permite que abominaciones tales como el aborto y la eutanasia devengan la «ley de la tierra». Aparte de esto, la moralidad privada está limitada solamente por la necesidad de proteger a los demás de los excesos de las pasiones de cualquier otro individuo. A esta nueva panorámica moral se le hace propaganda con el título de «ética de la situación», y encontramos así que la Sociedad Teológica Católica de América afirma sin recibir ningún desmentido oficial que la homosexualidad y el adulterio pueden considerarse aceptables en la medida en que sean, siguiendo los términos seudocientíficos de la psicología moderna, «autoliberadores, enriquecedores del otro, honestos, fieles, socialmente responsables, servidores de la vida y dichosos». Aquellos que exclamarán que tal afirmación es un «abuso» deberían considerar la enseñanza del Vaticano II en la que se instruye a los fieles a:
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«compaginar los conocimientos de las nuevas ciencias y sus doctrinas y de los más recientes descubrimientos con la moral cristiana y con la enseñanza de la doctrina cristiana, para que la cultura religiosa y la rectitud de espíritu vayan en ellos al mismo paso que el conocimiento de las ciencias y de los diarios progresos de la técnica...» Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo moderno- Gaudium et Spes
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No puede haber nunca «Alegría y Esperanza» en semejante enseñanza, como cualquiera que es una víctima de la tecnología moderna sabe bien.
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Más allá de esto, toda jerarquía en valores, en personas y en función ha de ser eliminada. (En la práctica, aquellos que están establecidos por Dios y basados en la «ley natural» son eliminados en favor de aquellos que son establecidos por una sociedad adinerada o por el Estado). Al igual que en el orden intelectual, las «cadenas» de la Revelación fueron rechazadas en nombre del «pensamiento libre» y de la «razón sin trabas», lo cual ha resultado en que algunas de las ideas más bajas conocidas por la historia de la humanidad sean aceptadas como «normales», así también en el dominio político, habiendo rechazado los reyes todo control proveniente de la «autoridad espiritual» legítima, fueron a su vez destruidos por los intereses monetarios -poderes que a su vez son nuevamente amenazados por fuerzas todavía más bajas. Un falso «igualitarismo» (todas las almas son en verdad de igual valor a los ojos de Dios) que querría hacer de los «denominadores comunes más bajos» en todos los dominios los criterios sobre los cuales hemos de basar nuestros juicios de valor está siendo impuesto a la sociedad. Así, por ejemplo, se desacredita el hecho de que un sacerdote es un hombre puesto aparte con especiales privilegios e incluso con mayores responsabilidades. Bajo el grito de «colegialidad», los obispos se entrometen en la autoridad papal. Las conferencias de sacerdotes son creadas para rivalizar con la autoridad de los obispos. Al laicado se le predica un falso concepto del «sacerdocio del Pueblo de Dios» (un tópico favorito de Lutero), el cual les permite reclamar la autoridad del clero, y la estructura «jerárquica» de los santuarios es así demolida en gran medida a fin de que en lugar de arrodillarse ante la barandilla del altar, el laicado sea invitado a «sentarse en torno» a la «mesa», a manipular los vasos sagrados y a juntarse al «presidente» en la «comida eucarística» como a un igual. Nada satisfará a las fuerzas de la rebelión hasta que el «lumpen proletariado» gobierne el mundo, y los más bajos conceptos del hombre embrutecido (como los «gulags» de Rusia, los campos de exterminio de Hitler, o la aceptación del aborto y de la eutanasia) devengan la norma estadística del pensamiento idóneo. El tema central de Satán será siempre «libera a Barrabás y crucifica a Cristo» -un legalismo perfectamente «democrático» y un ejemplo clásico de cómo una pequeña minoría es capaz de influenciar el «voto popular» para sus propios fines siniestros.
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Ahora bien, la jerarquía de la nueva Iglesia querría tener un aggiornamento con todos estos conceptos. Es verdad que no los abrazan en su forma extrema, pero se han aceptado los principios. Es un viejo sueño de la humanidad el que uno pueda jugar con fuego sin llegar a quemarse -el que Cristo y Barrabás puedan llegar a un arreglo y «coexistir», y el que uno pueda «estar en misa y repicando». El problema es que, una vez que se han aceptado los principios, las consecuencias deben seguirse inevitablemente. Aquellos que han querido «revolucionar» la Iglesia haría bien en recordar la advertencia del illuminato jacobino (francmasón) Saint Just que fue un dirigente de la Revolución francesa: «¡Quienquiera que se detiene a mitad de camino en la revolución cava su propia tumba!». Y tenemos así un mundo moderno desgarrado y caótico, un mundo que, en la fraseología del historiador, es «poscristiano»; y en la del psicólogo, un mundo que está «alienado»; un «mundo de tiburones» que anda a la caza de todo excepto de «lo único necesario». ¿Y, qué papel se deja representar a la Iglesia conciliar en un mundo semejante? Esta es la pregunta que se le plantea al modernista que querría conservar al menos la apariencia de sus raíces cristianas. La respuesta yace en la «unidad», en una humanidad dedicada al «nuevo humanismo», a una «cultura universal» actuando al unísono para edificar un «mundo mejor» en el futuro.
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La función de la Iglesia del Post Concilio es ser un «catalizador» para esta unidad -«La Iglesia es una especie de sacramento de íntima unión con Dios, y de unidad de toda la humanidad, es decir, es un signo y un instrumento de tal unión y unidad... Al final de los tiempos, ella logrará su glorioso cumplimiento. Entonces... todos los hombres justos desde la época de Adán serán congregados juntos con el Padre en la Iglesia universal». Nótese en estas afirmaciones, tomadas del Vaticano II, la ambigüedad y el milenarismo disfrazado. Continúan. Por supuesto, la Iglesia «reconoce que se han de encontrar elementos valiosos en los movimientos sociales de hoy, especialmente una evolución hacia la unidad», y de aquí que deba juntarse y alentar a todos esos «elementos», y que deba «suprimir todo motivo de división a fin de que el género humano completo pueda ser introducido en la unidad de la familia de Dios». En otras partes también se nos dan más vislumbres dentro de esta propuesta unidad. «La reciente busca psicológica explica la actividad humana más profundamente. Los estudios históricos hacen una notable contribución para llevar el hombre a ver sus cosas en sus aspectos cambiantes y evolutivos. El género humano ha pasado de un concepto de la realidad más bien estático a otro más dinámico y evolutivo... Así, poco a poco, se está desarrollando una forma de cultura humana más universal que promoverá y expresará la unidad del género humano... La Iglesia reconoce, además, que se han de encontrar elementos valiosos en los movimientos sociales de hoy, especialmente una evolución hacia la unidad, un proceso de sana socialización y de asociación en los dominios económico y cívico... Es un hecho que toca a la persona misma del hombre, el que el hombre pueda llegar a una humanidad auténtica y plena solamente a través de la cultura, es decir, a través del cultivo de los bienes y de los valores naturales... La Iglesia cree poder contribuir grandemente a hacer más humana la familia del hombre y su historia... Somos testigos así del nacimiento de un nuevo humanismo, un humanismo en el cual el hombre se define ante todo por su responsabilidad hacia sus hermanos y hacia la historia». (Todas estas citas están tomadas del Vaticano II).
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Ahora bien, todas estas afirmaciones falsifican la naturaleza y los verdaderos fines del hombre, así como la función de la Iglesia. Además, están basadas sobre una variedad de suposiciones de estrechas miras y de sociología teórica, que no tienen ninguna base de hecho, tales como el «progreso» inevitable del hombre, su carácter «dinámico» y «evolucionista», y la idea de que estamos de hecho «construyendo un mundo mejor». Sin embargo, es justamente sobre estas falsas bases donde la nueva Iglesia querría encontrar su concepto de «unidad». Como ha dicho Pablo VI «ha llegado el tiempo para toda la humanidad de unirse en el establecimiento de una comunidad que es a la vez fraternal y mundial... La Iglesia, respetando la pericia de los poderes mundanales, debe ofrecer su asistencia a fin de promover un humanismo pleno, es decir, el completo desarrollo del hombre entero, y de todos los hombres... debe ponerse a sí misma a la vanguardia de la acción social. Debe aumentar todos sus esfuerzos para apoyar, fomentar y hacer brotar esas fuerzas que trabajan para la creación de este hombre integrado. Tal es el fin que la (nueva) Iglesia tiene intención de llevar a cabo. Todos los católicos (posconciliares) tienen la obligación de ayudar a este desarrollo de la persona total junto con sus hermanos naturales y cristianos, y con todos los hombres de buena voluntad». ¿Y por qué Montini se entregó a su suerte con tales ideas? «Porque -como ha dicho él mismo en muchas ocasiones- tenemos confianza en el hombre, porque creemos en esa fuente de bondad que hay en cada uno y todos los corazones». ¡Rousseau no podría haberlo dicho mejor!
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. Juan Pablo II, el Papa del humanismo por encima de Dios.

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LA PRETENDIDA "UNIDAD CRISTIANA".
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El Papa Juan XXIII según Brian Kaiser, veía la unidad cristiana como un precursor necesario a la «unidad de todos lo hombres». Es, por así decir, el primer paso que ha de ser cumplido. Es así como los periti en el concilio, deseando destacar las similitudes en lugar de las diferencias, desarrollaron el concepto de la «comunión imperfecta».
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Las diversas comunidades cristianas que están «fuera de la comunión plena» con la Iglesia Católica deben ser integradas en ella. «Todos aquellos que creen en Cristo (nunca se especifica si como Dios o como un «dirigente honesto») y que han recibido el bautismo, están en una cierta comunión con la Iglesia Católica, aunque no en una comunión perfecta». Contienen «elementos» tales como «la Palabra de Dios escrita, la vida de la gracia, las virtudes teológicas y los dones interiores del Espíritu Santo», y de aquí que «la Iglesia está vinculada con ellos por varias razones». Es ante todo con estos grupos con los que ha de establecerse la «unidad».
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Lo que se pierde de vista es que la razón por la cual los protestantes carecen de unidad «perfecta» se debe a que ellos rechazan la plenitud de la fe, y a que aceptan, en diversos grados, todo el espectro liberal de falsas ideas que hemos destacado en los párrafos precedentes. En cualquier caso, la «unidad» con los protestantes por parte de la verdadera Iglesia Católica es una pura quimera. Prescindiendo del hecho de que es el «hijo pródigo» el que debe retornar al «seno del padre», y no a la inversa, no hay dos protestantes, ni siquiera dentro de una confesión determinada, que estén plenamente de acuerdo -salvo por casualidad- sobre lo que deberían creer. Entre ellos, cada matiz, grado y variedad de creencia en la dispensa cristiana encuentra fácil acomodo. Uno casi puede hablar de una «escala deslizante» de descreimiento que encuentra su única «unidad» posible «protestando» contra la plenitud de la fe. Y, sin embargo, es para dar acogida a tales grupos por lo que la Iglesia posconciliar ha cambiado sus doctrinas y su liturgia.
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Destaquemos, además, que estos cambios han sido hechos todos en una única dirección. ¿Qué doctrina de la Iglesia tradicional han aceptado las múltiples «comunidades eclesiásticas», que anteriormente habían rechazado? Absolutamente ninguna. ¿Qué tradiciones eclesiásticas han adoptado nuestros «hermanos separados»? De nuevo, absolutamente ninguna. Y, sin embargo, véanse las muchas tradiciones que la Iglesia neoprotestante del Vaticano II ha abandonado, o si no rechazado positivamente, sí al menos permitido que caigan en desuso. ¿En qué se parece la «casa del culto» protestante a los santuarios que nosotros conocimos de niños, y en qué se distingue la Iglesia progresista posterior al Vaticano II de la de cualquier secta de la Reforma. Como ha señalado Michael Davies con respecto a los diferentes compromisos efectuados con los anglicanos: «El acuerdo sobre la Eucaristía y el Ministerio no afirma la posición católica ni en un solo punto donde esta se encuentre en conflicto con el protestantismo». Y, sin embargo, debemos admitir que se ha logrado un cierto tipo de «unidad» entre la Iglesia posconciliar y las diversas «comunidades eclesiásticas» reformadas. La razón es clara. La Iglesia posconciliar misma es una Iglesia «neoprotestante» -en realidad, es «la Iglesia de los modernistas de última hora».
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Aquellos que querrían dudar todavía sobre la naturaleza de los compromisos que se han hecho en esta dirección no tiene más que considerar las declaraciones oficiales de la nueva Iglesia. Con respecto a la liturgia, por ejemplo, Pablo VI nos dice que los cambios se hicieron por dos razones -«para ponerla en línea con la Escritura» y por «razones pastorales». Él nunca especificó personalmente cuáles fueron esas «razones pastorales», pero la respuesta puede encontrarse en otros documentos.
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Así, se afirma en la «Carta a los presidentes de los concilios nacionales de obispos concerniente a las plegarias eucarísticas», un documento oficial de la «Sagrada Congregación para el Culto Divino»:
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«La razón por la cual se ha ofrecido semejante variedad de textos (en el Novus Ordo), y el resultado final que se ha pretendido lograr con tales formularios nuevos, son de naturaleza pastoral: a saber, reflejar la unidad y la diversidad de la plegaria litúrgica. AL USAR LOS DIVERSOS TEXTOS CONTENIDOS EN EL (nuevo) MISAL ROMANO, LAS DIFERENTES COMUNIDADES CRISTIANAS, CUANDO SE REÚNEN PARA CELEBRAR LA EUCARISTÍA, SON CAPACES DE SENTIR QUE ELLAS MISMAS FORMAN LA IGLESIA UNA QUE ORA CON LA MISMA FE, QUE USA LA MISMA PLEGARIA. Además, devienen uno en su capacidad para proclamar el mismo misterio de Cristo en diferentes modos -especialmente cuando se usa la lengua vernácula.»
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Aquí está, entonces, la razón para los cambios. Es promover la «unidad» de todos los cristianos «que oran con la misma fe», y que proclaman «el mismo misterio de Cristo» en diferentes modos. El único problema es que la «fe» implicada no es la Fe católica, y que el «misterio» implicado no es el «recurrente sacrificio incruento del Calvario». Si fuera así, los «hermanos separados» devendrían simplemente católicos.
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Este clamor en pos de una falsa unidad con aquellos que rechazan la enseñanza de la Iglesia tradicional, e incluso el corpus entero de la cristiandad, este deseo de estar en la «vanguardia» de las fuerzas sociales que están creando el «nuevo humanismo», la «sana socialización» de la humanidad, y la «cultura universal» del futuro, es la razón por la cual la Misa tradicional tenía que ser suprimida y reemplazada por una parodia. Por esto es por lo que la nueva «misa» no enseña nunca claramente la doctrina de la Presencia Real. Por esto es por lo que las sectas no católicas, e incluso las sectas anticatólicas, no tienen ninguna objeción en usarla. Por esto es por lo que la prensa liberal la aprueba, y por esto es por lo que el mundo la ama.
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Todo tiene que ser sacrificado a este fin -incluso las sagradas Especies. La Eucaristía ha de devenir ahora el «Sacramento de la nueva unidad». Puede ser llamada bendición, la cena del Señor, la mesa del Señor, la memoria del Señor -pero nunca con esa ofensiva palabra de «Transubstanciación». Léase completa la Constitución Apostólica de Pablo VI sobre la nueva «misa» y se comprobará que esta palabra consagrada ¡no aparece ni una sola vez! Es así como Montini dice: «La Iglesia Católica está determinada a continuar y a intensificar su contribución al esfuerzo común de todos los cristianos en pos de la unidad...» (No los esfuerzos de los católicos en amor y caridad para hacer que los protestantes retornen a la unidad). Y es así, también, como ha expresado la esperanza de que «venga pronto el día en que la unidad de todos los cristianos sea celebrada y sellada en una Eucaristía concelebrada». Así lo exigen tanto la «vocación comunitaria» de la humanidad como la «historia de la salvación».
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Juan XXIII nos había dicho que «serían necesarios algunos sacrificios a fin de lograr la unidad». Pablo VI y la Iglesia posconciliar nos han aclarado justamente lo que son estos sacrificios. Ellos conllevan el sacrificio de lo que en esencia puede ser llamado:
«la Tradición cristiana».
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Lo que produce profundo estupor es que católicos, que sacerdotes a quienes horrorizan, según Nos queremos pensar, tales monstruosidades, se conduzcan, sin embargo, como si de lleno las aprobasen; pues tales son las alabanzas que prodigan a los mantenedores de esos errores, tales honores que públicamente les tributan, que hacen creer fácilmente que lo que pretenden honrar no son las personas, merecedoras acaso de alguna consideración, sino más bien los errores que profesan y que se empeñan con todas veras en esparcir entre el vulgo. (San Pío X, Pascendi Dominici Gregis 13)

domingo, 25 de octubre de 2009

San Pío X Ora Pro Nobis

¡Todo sea por el bien de nuestra
Santa Madre la Iglesia Católica!




Hoy mas que nunca hay que ofrecer nuestras oraciones, penitencias y Rosarios, por las discusiones teológicas entre la Santa Sede y la Fraternidad San Pío X que inician hoy 26 de Octubre de 2009, para el bien de nuestra Santa Madre Iglesia.

Que Dios en su infinita Misericordia se digne iluminar las mentes y corazones de quienes detentan la autoridad en la Iglesia, para que salgan de las tinieblas del error, y vuelvan a confirmar la Fe Católica de Siempre, para la salvación de las almas. Esperando también, que toque el corazón de algunos sacerdotes y fieles de la Tradición, que se han apartado del verdadero espíritu católico, que los ha llevado a adoptar una actitud sectaria y cismática similar a la de los herejes, contra el Papa Sucesor de San Pedro.

Sancte Pie Decime, Gloriose Patrone, Ora pro Nobis!


Confiando siempre en los designios de la Divina Providencia, independientemente de intereses, posturas o resentimientos.

Sagrado Corazón de Jesús, Miserere Nobis
Inmaculado Corazón de María, "Sed la Salvación del Alma Mía" Ora pro nobis

San José, protector de la Santa Iglesia, Ora pro nobis.

San Pío X, Ora pro nobis.



Oremus Pro Pontifice Nostro




"Por lo demás, tenemos ante los ojos el camino por el que llegar a Cristo: la Iglesia. Por eso, con razón, dice el Crisóstomo: Tu esperanza la Iglesia, tu salvación la Iglesia, tu Refugio la Iglesia " ( San Pío X E Supremi Apostolatus)

lunes, 19 de octubre de 2009

Frutos de la Reforma Liturgica



LOS FRUTOS DE LA REFORMA LITURGICA

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Por Daniel Almeida de Oliveira

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El Concilio Vaticano II, en su Constitución sobre la Liturgia: "Sacrossantum Concilium", deseó "hacer una perfeccionada reforma general de la liturgia, para permitir al pueblo cristiano el acceso más seguro a la abundancia de gracias que la liturgia contiene" (n.o 21). Para esto, el Ritual de la misa sería revisado, de modo que apareciese "más claramente la naturaleza específica de cada una de sus partes bien como la mutua conexión, para facilitar una participación piadosa y activa de los fieles" (no. 50).
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La reforma en la liturgia causó, en el período post-conciliar, una cierta esperanza, un cierto optimismo de que habría, además de las conversiones en masa de los protestantes por el carácter ecuménico de la nueva liturgia, una mayor participación y comprensión de los fieles y una renovación de la fe de estos. ¿Será que eso es lo realmente ocurrió? Si tal pregunta fuere hecha en los medios progresistas de hoy, será oída una respuesta padronizada: "Ahora el pueblo entiende la misa, pues ella se hizo más alegre y más participativa. Eso trajo para la Iglesia personas alejadas, principalmente los jóvenes".
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Sin embargo, se pregunta si tal visión optimista de la reforma en la liturgia podría ser sustentada a través de las evidencias. Nuestro Señor Jesús Cristo dice que por el fruto conoceríamos a los falsos profetas, pues todo árbol bueno da buenos frutos, y árbol malo da malos frutos (cf. Mat, VII, 15-20). ¿Cuáles serían entonces los frutos de la reforma litúrgica y de la misa nueva?
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Esta respuesta está lejos de ser esperanzadora u optimista. En todas partes del mundo, muchas de las iglesias y conventos fueron cerrados; seminarios se quedaron vacíos ( y se siguen quedando sin vocaciones), y muchisimas personas pedieron la fe. Para ejemplificar tales hechos presentamos los datos del artículo : the record after thirty years" sobre el Novus Ordo Missae, del Dr. James Lothian, economista da Universidad de Fordham en los Estados Unidos, publicado en el periódico Homiletic & pastoral review, en octubre de 2000.
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El antiguo referido presenta interesantes datos sobre el porcentaje de asistencia a la misa por los fieles de los Estados Unidos para el período de 1939 a 1995 y por los fieles de Inglaterra y el País de Gales para el período de 1959 a 1996. Tales datos están expuestos en la figura 1.
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Después de un temporal aumento para casi 75% después de a II Guerra Mundial, probablemente generado por el miedo y la inseguridad causados por la guerra, la asistencia a la misa en los Estados Unidos en el período en torno del Vaticano II permaneció cerca del 65%. A partir de ese período, el porcentaje decreció continuamente, en una velocidad rápida al principio, después más lentamente, haciéndose rápida nuevamente al final. La tendencia estimada para el período es de un declinó de 0,4 puntos porcentuales por año en la asistencia a la misa en los Estados Unidos. El autor aplicó métodos estadísticos a tales datos y concluyó que esa tendencia a la caída es significante estadísticamente (esto es, la caída no es causada por mera variación casual del porcentaje).
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Los datos de asistencia a la misa en la Inglaterra y el País de Gales presentan tendencia bien similar a la de los Estados Unidos (ver figura 1). Hay un gran declinó inicial de 15% en la década del Vaticano II, seguido de una menor, sin embargo constante, tendencia a la caída. Esa caída fue al rededor del 29% al considerarse todo el período (la misma cída aconteció para los datos en los Estados Unidos) y fue estimada en 0,8 puntos porcentuales por año para el período, también significante estadísticamente.
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La asistencia a la misa en los Estados Unidos, Inglaterra y el País de Gales ha, pues, sufrido una fuerte caída, iniciada en el período inmediatamente después al Concilio Vaticano II, o sea, en el período en que la misa fue modificada.
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El autor argumenta que alguien podría decir que la reforma litúrgica no seria la causa de la baja asistencia a la misa. El declino podría ser consecuencia de la amplia erosión de valores que se inició en la década de 1960 y que continúa hasta los días actuales. Si esa afirmación fuese verdadera, el porcentaje de los integrantes de otras religiones que frecuentan sus reuniones habría sufrido tendencia similar a la de la asistencia a la misa. Para probar lo contrario, el autor muestra datos de asistencia a las reuniones protestantes en los Estados Unidos (ver figura 2). La serie temporal protestante a pesar de ser de grandeza inferior a la católica, no presentó tendencia a la caída en el conjunto. Por el contrario, hay un nítido aumento en el período en que la asistencia a la misa diminuyó. En 1995 la serie protestante alcanzó a la católica al llegar a 46%. Si fuera el temperamento de los tiempos actuales que causó la caída en la asistencia a la misa, no hay razón para que tal fuerza no haya influenciado también a los protestantes. Luego, el declino debe haber tenido otro factor causal. Ahora, ¿qué factor hubo en el período que pudiese explicar tal caída si no la reforma litúrgica?
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Se concluye, por lo tanto, que la reforma litúrgica frustró las esperanzas postconciliares y fue la causa de una gran diminución de la asistencia a la misa. Estos son los frutos del Vaticano II.
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¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos?, Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo puede producir frutos buenos. Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego. Por sus frutos los conoceréis. ( Mt 7, 17-20)

domingo, 11 de octubre de 2009

Yo Soy María de El Buen Suceso


Nuestra Señora del Buen Suceso.
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“En el siglo XX, cundirá en estas tierras... varias herejías; y reinando ellas, se apagará la luz preciosa de la Fe en las almas"...
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Desde los tiempos de la Colonia estas tierras americanas gozaron del privilegio de la dilección de la Madre de Dios quien participó directa y muy activamente, a veces con intervenciones directas, en el implantación de la verdadera Fe en todo el Continente. No menos ha sido esa dilección materna en el recurrir de la historia convulsionada en la que algunos hijos ingratos de América, entre los cuales desgraciadamente no ha faltado eclesiásticos, han asumido el triste encargo de desarraigar la Fe.
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De las intervenciones directas de la “Guardiana de la Fe” existe toda una historia, la cual se han querido borrar de la historiografía oficial. La geografía del Nuevo Mundo contiene numerosos focos de gracia que explican la imposibilidad de que ese desarraigo de la fe no se haya consumado totalmente; en es lucha uno de los episodios de intervención profética, que aún no se conoce totalmente, son las apariciones a la Venerable Madre Mariana Francisca de Jesús Torres en el Convento de las religiosas Concepcionistas en Quito a quien ya desde el siglo XVI y XVII le anunció, entre otras cosas el advenimiento de la República, la existencia de un futuro Presidente que vendría en el siglo XIX “de veras católico” que consagraría el País al Sagrado Corazón (Ecuador fue el primer País consagrado al Sagrado Corazón) quien sería martirizado... dando muchos detalles de lo que sucedió. Pero también habló sobre nuestros días... sobre la situación de la Iglesia y del mundo... veamos algo de lo que Nuestra Señora del Buen Suceso anunció:









Madre Mariana Francisca de Jesús Torres
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Aparición de la Santísima Virgen el 16 de enero de 1599

Durante la tercera permanencia en la cárcel del Monasterio de la Madre Mariana de Jesús, vuelve, por segunda ocasión, a aparecérse­le la divina Señora bajo la invocación de María de El Buen Suceso. Le explica que el dolor que ahora sufre ella y sus monjas observantes es un don celestial con el cual se hermosean las almas y se convierten en desagraviadoras de tantos crímenes ocultos que se cometen en la ingrata Colonia; que por este motivo y en este sitio se fundó el Monas­terio; que el demonio pondrá en juego todo su poder para destruirle, que vendrá un tiempo en que, aún personas de autoridad y dignidad, muchas de ellas con pretexto de mejorar situación y tranquilidad tra­tarían de secundar los diabólicos esfuerzos, pero que como Dios y Ella, su Madre, han escogido este lugar para el cumplimiento de sus designios de salvación, ninguna criatura puede oponerla resistencia si no quiere caer en la maldición divina.
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Aquí viviré yo exteriorizada en algunas de mis hijas en lodos los siglos; aqu4 en medio del bullicio del ingrato mundo, tendrá Dios al­mas contemplativas y esposas dignas de su Majestad; que dichas al­mas elegidas serán poderosas para aplacar la Justicia Divina y conseguir para la Iglesia, la Patria y las almas, grandes bienes, sin los cuales no subsistiría Quito. Dentro de poco tiempo dejará de ser Colonia y será república libre, la patria en que vives: el ya entonces Ecuador, necesitará almas heroicas para sostenerse a través de tantas calami­dades públicas y privadas, y aquí Dios las encontrará siempre como ocultas violetas. Desgraciado fuera Quito sin este Monasterio; y nin­gún monarca poderoso de la tierra pudiera con sus tesoros edificar edificios nuevos en este lugar que es posesión de Dios, así como Ju­liano Apóstata con su mentido poder no pudo reedificar el templo de Salomón. ¡Vanos son los esfuerzos de los hombres contra el poder de Dios!
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Nuestra Señora ordena la fabricación de su bendita imagen.
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Una y otra vez la Madre Mariana escuchó sobre las terribles aberraciones morales del siglo veinte y del consecuente castigo por el que pasaría la humanidad. El ardiente corazón de la fundadora no podía aceptar con indiferencia las diabólicas tentativas de destrucción de su trabajo y su convento. Ella incluso imploró a Dios por el milagro de que la mantuviera viva para luchar personalmente contra las fuerzas del mal en el siglo veinte. Sin embargo, la misma Virgen Bendita quiso tomar el mando de la batalla. En 1610 dijo a la abadesa: "Te pido y te ordeno que tengas una estatua mía hecha para la consolación y soporte de mi monasterio y la fe de aquel tiempo (el siglo veinte).
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Yo cuidaré con solicitud maternal de este sitio y sus dependencias; y si necesario es sostener con milagros las murallas que guardan la clausura, la sostendré. Benditos serán de Dios y de su Madre que te habla, todos cuantos procuren edificar, sostener y conservar este lu­gar querido: sus nombres quedarán escritos en la refulgente estrella de rubíes que ves en la mitad de este báculo, signo de mi poder y au­toridad en esta mi casa, y, a los que trabajen por destruida, a unos les quitaré la vida cuando menos lo pensaren; a otros les sobreven­drán grandes trabajos y todos recibirán en la eternidad su merecido.
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En el siglo XIX vendrá un presidente de veras cristiano, varón de carácter, a quien Dios Nuestro Señor le dará la palma del martirio en la plaza en cuyo sitio está este mi Convento; él consagrará la repú­blica al Divino Corazón de mi amantísimo Hijo y esta consagración sostendrá la Religión Católica en los años posteriores que serán acia­gos para la Iglesia; en esos años en que el masonismo, esa maldita secta, se apodere del Gobierno civil, vendrá cruel persecución a todas las Comunidades Religiosas y se estrellará sobre ésta mía; para esos desgraciados hombres estará acabado el Monasterio, mas, vive Dios y vivo Yo, para suscitar entre ellos mismos, defensores poderosos; les pondremos dificultades imposibles de vencerlas; y el triunfo será nuestro.
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En ese entonces habrá hermosas almas en este Monasterio que atrae­rán las misericordias de Dios sobre su Convento, sobre su desgracia­da Patria y sobre su combatida Iglesia, que ellas mismas no sabrán cómo las labra su dueño y Señor. Y por esto, es voluntad de mi Hijo Santísimo que tú misma mandes a trabajar una estatua mía, tal como me ves y la coloques encima de la Silla de la Prelada para desde allí yo gobernar mi Monasterio, poniéndome en mi mano derecha el bá­culo y las llaves de la clausura en señal de propiedad y autoridad; a mi Divino Niño le harás colocar en mi mano izquierda, lo primero para que entiendan los mortales que Yo soy poderosa para aplacar la Justicia Divina y alcanzar piedad y perdón a toda alma pecadora que acuda a Mi con contrito corazón porque soy la Madre de Miseri­cordia y en Mi no hay sino bondad y amor; y lo segundo, para que en este mi lugar, en todos los siglos mis hijas comprendan que yo les muestro y les doy como modelo de su perfección religiosa a mi Hijo Santísimo y su Dios. Vengan ellas a Mí para conducirlas yo a El.
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Cuando las tribulaciones del espíritu y los dolores del cuerpo les agobien y parezcan que naufragan en ese mar sin fondo, una mirada a mi Santa Imagen será para ellas como la estrella del náufrago, siempre me tendrán pronta a oír sus gemidos y acallar su llanto. Diles que acu­dan siempre a su Madre, con Fe y amor; es para esto que yo quiero vivir con ellas y en ellas; con sus sufrimientos de toda clase conserva­rán su Monasterio en todo tiempo. Diles que imiten mi humildad, mi obediencia, mi espíritu de sacrificio y mi absoluta dependencia a la Voluntad Divina; estas son las alas con las que mis hijas que honran el misterio de mi Limpia Concepción han de volar en todo tiempo, con agilidad misteriosa, a la más alta cumbre de la santidad, en los silenciosos retiros de los claustros bajo la sola mirada de Dios.
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Insistiendo en su mandato de que le hiciera trabajar una escultura de su Imagen, le dijo: La altura de mi talle mídeme tú misma, con el Seráfico Cordón que traes en tu cintura. Pon en mi mano derecha tu Cordón y tú con el Otro extremo toca en mi pie.
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El obispo debe darle el nombre de María del Buen Suceso de la Purificación o de Candelaria. Yo tomaré completa posesión de ésta, mi casa, y pondré sobre mí la responsabilidad de mantenerla a salvo y libre de todo daño hasta el fin de los tiempos. "Gabriel, Miguel y Rafael, junto con todo el coro angélico, se harán cargo secretamente de la creación de mi estatua
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Hizo la feliz religiosa lo que María Santísima le mandaba, temblando de gozo, de amor y reverencia; y continuó María Santísima: Aquí tie­nes, hija mía, la medida de tu Madre del Cielo; entrégale a mi siervo Francisco del Castillo, explicándole mis facciones y mi postura, él tra­bajará exteriormente mi Imagen porque tiene conciencia delicada y guarda escrupuloso los Mandamientos de Dios y de la Iglesia. Nin­gún otro será digno de esta gracia. Tú, por tu parte, ayúdalo con tus oraciones y con tu humilde sufrimiento.
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El 16 de enero de 1611, temprano en la mañana, las fervientes monjas se levantaron para rezar el Pequeño Oficio. Una vez en el coro escucharon melodiosas armonías, se apresuraron a entrar y mirar. Oh! Prodigio! El coro brilló con una luz celestial y escuchó voces angelicales cantando la Salve Sancta Parens en una suave y encantadora armonía, al sonido de música celestial; y vieron que los arcángeles ya habían terminado la estatua sagrada, cuyo bello semblante envió brillantes rayos de luz al coro y a toda la iglesia. El rostro, en medio de esa luz brillante que emanaba de la estatua, no era severo, sino majestuoso, sereno, dulce, amable y como invitando a sus hijas a acercarse a su madre con confianza. El Divino Niño era perfecto por sí mismo, y su expresión era de amor y ternura por las esposas tan favorecidas por Su Corazón. La veracidad de este milagro está afirmada en un documento escrito a mano por los mismos artistas que habían estado comisionados para esculpir la estatua.
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Profecias de Nuestra Señora del Buen Suceso
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Era el año 1634 cuando, a las 3 en punto de la madrugada del 2 de febrero, la Madre Mariana de Jesús Torres, abadesa del convento Concepcionista en la ciudad de Quito, vio la lámpara que ardía en el santuario cerca del Santísimo Sacramento parpadear y apagarse, dejando la iglesia en total oscuridad. Sus sentidos se entumecieron, y vio una luz celestial que iluminaba toda la iglesia. Era la Reina del Cielo quien, después de hacer a la mecha prenderse otra vez, dijo estas palabras a la Madre Mariana: "Amada hija de mi corazón, Yo soy María del Buen Suceso, su madre y protectora".
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Tras profetizar sobre la muerte de la vidente y el futuro del monasterio, Nuestra Señora del Buen Suceso empezó a explicar a la Madre Mariana los varios significados de que se hubiese apagado la lámpara. "En el siglo diecinueve, hacia su final, y a través de la mayor parte del siglo veinte, muchas herejías abundarán en esta tierra, que será entonces una república libre. La preciosa luz de la Fe se extinguirá en las almas debido a la casi total corrupción de las costumbres. Para entonces habrán grandes calamidades, físicas y morales, públicas y privadas. Las pocas almas que preservarán la devoción a la Fe y las virtudes sufrirán cruel e indescriptible congoja, algo así como un prolongado martirio; muchos de ellos irán a la tumba debido a la violencia del sufrimiento y serán considerados mártires que se sacrificaron a sí mismos por la Iglesia y la Nación. Para obtener la libertad de la esclavitud de esas herejías, aquellos a quienes el misericordioso amor de mi Santísimo Hijo haya destinado para tal restauración necesitarán gran fuerza de voluntad, constancia, valor y mucha confianza en Dios. Para probar la Fe y Confianza del Justo, momentos vendrán en que todo parezca perdido y paralizado, pero ellos serán el feliz comienzo de la completa restauración".
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"Recen con insistencia, pidiendo a nuestro Padre Celestial que ponga fin a tan malvados tiempos, por el amor del Corazón Eucarístico de mi Santísimo Hijo, y para enviar a esta Iglesia al prelado, mi muy amado hijo, a quien mi Santísimo Hijo y yo amamos con amor de predilección, quien existe para revivir el espíritu de los sacerdotes, por lo que lo dotaremos con habilidades, humildad de corazón, docilidad hacia las inspiraciones divinas, fortaleza para defender los derechos de la Iglesia y un tierno y compasivo corazón para que, como otro Cristo, pueda asistir al grande y al pequeño sin desdén por los más desgraciados que vengan, con dudas y amargura, a buscar la luz de su consejo; y así, con divina suavidad, el podrá guiar a las almas consagradas al servicio divino en los claustros, sin hacer el yugo del Señor pesado para ellos, porque El Mismo dijo: "Mi yugo es dulce y mi carga es liviana". En sus manos será puesta la jerarquía del santuario para que todo pueda ser echo con peso y mesura, y así Dios será glorificado..."
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Profecía sobre los castigos..

"...todo tipo de castigos vendrán, entre los cuales habrán pestes, hambre, luchas entre las personas y los extranjeros, que guiarán a gran número de almas a la apostasía y la perdición...
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Y para disipar estas negras nubes que ocultan el día claro de la libertad de la Iglesia, habrá una formidable y temible guerra en la que fluirá la sangre de nativos y extranjeros, de sacerdotes regulares y seculares y también de monjas. Esa noche será la más horrible, porque parecerá a la humanidad que el mal ha triunfado; y entonces mi hora habrá llegado para destronar al orgulloso Satán en una sorprendente manera, aplastándolo bajo mi pie y encadenándolo en los abismos infernales, liberando así finalmente a la Iglesia y la Nación de su cruel tiranía"..
Terminada la visión, comenzó a trajinar por la mente de la Madre Mariana Francisca de Jesús el recuento de las desgracias anunciadas por la Madre de Dios para los futuros siglos: el número sin número de las almas que se perderían para siempre; el llanto desconsolado de la Iglesia y de la Patria y acaso de muchas otras patrias; y el dolor catastrófico de los pueblos castigados por la Justicia Divina. Midió con vara de amor, el mal de los hombres y la ofensa sufrida por Dios.
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Y, sin poder soportar tamaña desdicha, cayó de bruces en el pavi­mento del Coro, con la frente en el polvo y los brazos en Cruz. Llega­da la hora del rezo del Oficio Parvo en el Coro Bajo, a las 4 de la mañana, como no estuviera presente en este acto de Comunidad, ésta se inquietó sobremanera y comenzó a buscarla por todas partes, hasta dar con ella y tenerla por muerta al sentirla sin respiración y que, como única señal de vida, le daba el agitado' latido de su corazón.
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Lleváronla, pues, a tenderla en su pobre y duro lecho. Y así pasó, sin conocimiento ni reacción a los medicamentos y cuidados de sus monjas, hasta el día 4, cuando a las 3 de la mañana, dando un pro­longado y sufrido suspiro, cruzó las manos sobre el pecho y sus her­mosos ojos se bañaron de lágrimas, pero sin pronunciar palabra, ni dar sensación de que oía ni veía lo que pasaba en torno suyo. Por fin, el día 5, a las 3 de la mañana, se incorporó por sus propias fuer­zas en el pobre lecho y exclamó: Sí, Serafín llagado y Padre mío que­rido, gracias te doy.
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La Madre Abadesa y todas las religiosas, poseídas de un filial amor a su santa Fundadora, le atendían y la servían prolijamente. Dándose ya cuenta de todo, la Madre Mariana Francisca correspondía a estas manifestaciones afectuosas, enderezando a cada una de ellas su dulce y tierna mirada y reciprocando ternura por ternura y amor agradeci­do al amor filial de sus hijas. Dícele la Madre Abadesa: Todas tus hijas estamos aquí preocupadas por tu salud. Son ya las 5 de la ma­ñana. Contesta la Madre Mariana: ¡Qué buenas y caritativas sois! Os doy gracias a todas y pido que el Señor os pague, pero, os ruego, que como la mejor demostración de vuestra piedad para conmigo, no de­jéis de cumplir con los actos de Comunidad.
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Idas ya las monjas al Coro, se le acerca la enfermera, una monja joven de una de las notables familias de Quito, por nombre Zoila Blan­ca Rosa de Mariana de Jesús, cuyo carácter dócil, sencillo y tierno le granjeaba la simpatía de cuantos la conocían y trataban.
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Acercándose a la enferma, le dice: Madre, mucho hemos llorado por Vuestra Reverencia. La creíamos difunta. Yo, en particular, sen­tía el no haber recibido su última bendición y sus consejos; pero aho­ra que el Señor oyendo mis ruegos os otorga la vida, dígame ¿qué le pasó? Del Coro la sacamos muerta y así ha permanecido todos estos días. Le contestó la Madre Mariana Francisca: Hija, los designios de Dios sobre sus criaturas son inescrutables y profundos. Ellos abrazan to­dos los tiempos. Por tu parte, ora, gime y llora delante del Sagrario para que, en este nuestro Convento reine siempre el amor a Dios, la santa caridad fraterna, al par que la santa y regular observancia, no sólo para el tiempo presente, sino, aún más, por el venidero
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La Madre Mariana adelantó que estos anuncios serían conocidos recién en el siglo XX; y también ella. Y así está siendo.
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Tengamos confianza, porque la estrella de la mañana nacerá en los corazones, en el nuevo día que vendrá. Y el triunfo del Corazón Inmaculado de María será una hermosa realidad
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.Salve Reina de misericordia, Señora del mundo, Reina del cielo, Virgen de las vírgenes, Sancta Sánctorum, luz de los ciegos, gloria de los justos, perdón de los pecadores, reparación de los desesperados, fortaleza de los lánguidos, salud del orbe, espejo de toda pureza. Haga tu piedad que el mundo conozca y experimente aquella gracia que tú hallaste ante el Señor, obteniendo con tus santos ruegos perdón para los pecadores, medicina para los enfermos, fortaleza para los pusilánimes, consuelo para los afligidos, auxilio para los que peligran (San Bernardo )

domingo, 4 de octubre de 2009

¿No tienen temor de Dios?

No a la comunión en la Mano
bajo ningún pretexto.
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Sin considerar en lo mas mínimo la Fe Católica sobre la Presencia Real de Nuestro Señor en la Eucaristía, los Obispos de México han resuelto autorizar que la sagrada comunión se reciba en la mano, desde que apareció el virus AH1N1. Esto con el pretexto de evitar que se expanda este mal en la población.
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Podemos comprender las medidas tomadas por diversos organismos, como lo es la secretaria de Salud, para evitar que esta gripe, siga afectado a mas personas. Pero no se puede comprender como los Pastores de almas, que deben preocuparse por la salud espiritual de los fieles, y de procurar que Nuestro Señor sea Glorificado en todo lugar, no se preocupan por los desprecios contra Su Señor, al que dicen servir. ¿Que hacen los Obispos de México para evitar tantas irreverencias a Nuestro Señor en las sagradas especies?. ¿Acaso un mal tan grande, como lo es la comunión en la mano, sacrilegio autorizado, no trae peores consecuencias?. "El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Jn 3,36).
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La comunión en la mano, es una practica sacrílega, que desde hace dos décadas se ha querido introducir en las parroquias, con patrocinio de la Jerarquía, desde la época del post concilio. Claro esta que la oposición a dicha practica no proviene de la Jerarquía, sino de los fieles católicos.
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En este espíritu "introductorio" a las desviaciones litúrgicas, podemos reconocer el trabajo de los Jesuitas, Lasallistas, redentoristas entre otros en este país, con su pretendida "liturgia sencilla y comprensible", que como epidemia mortal, ha contaminado a la mayoría del clero, sin olvidar a los Obispos de la liberación, y su pretendida "liturgia" indígena. Todas estas practicas, que felizmente aplauden los novadores de la Liturgia, fomentan el "insano arqueologismo", ya condenado por el Papa Pío XII en Mediator Dei. Por eso, desde que las Diócesis de México, autorizaron administrar la comunión en la mano, no se mostró en ningún templo "católico" alguna resistencia (en los sacerdotes) a tal practica, sino todo lo contrario.
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LA COMUNIÓN EN LA MANO PROVOCA CONFUSIÓN EN LOS AUN CATÓLICOS
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La recepción de esta practica, ha creado cierta confusión y pesar en gran parte de los fieles católicos, que se preguntan (Ver pregunta), ¿Como es posible, que siendo indigno, toque el Cuerpo de Cristo con mis manos?. Un sacerdote redentorista, durante una platica afirmaba que "la comunión en la mano" es un buen signo de madurez cristiana. ¿ ?, otros no dudan en afirmar que tal practica, es un gran paso para dejar en el pasado la concepción "medieval" del Ser Supremo, y acercar a Dios al pueblo sencillo. Ellos definitivamente no desean abrir sus ojos a la verdad, como reza la sentencia del Papa San León Magno: "Se recibe en la boca lo que se cree por la Fe".
Si creemos por la fe que Nuestro Señor esta presente en las sagradas especies, se comprende lo que dice el Concilio de Trento: "Siempre ha sido costumbre de la Iglesia de Dios, en la Comunión Sacramental, que los laicos tomen la comunión de manos de los sacerdotes, y que los sacerdotes celebrantes comulguen por sí mismos; costumbre que por razón y justícia DEBE MANTENERSE por provenir de la Tradición Apostólica ( sesión XIII).
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También quiero citar al Papa Pablo VI, al cual no dudan en llamar el Papa del Concilio, cuando dice que "La Santa Comunión recibida en la lengua "significa la reverencia de los fieles hacia la Eucaristía... provee que la Santa Comunión será distribuida con debida reverencia... es más conducente a la fe, reverencia y humildad... La [Comunión en la mano] conlleva ciertos peligros con ella que pudieran surgir de la nueva manera de administrar la Santa Comunión: el peligro de la pérdida de reverencia por el Augusto sacramento del altar, de profanación, de adulterar la verdadera doctrina." (Pablo VI en su instrucción Memoriale Domini (29 de Mayo, 1969). Ciertamente Pablo VI no es el mejor exponente de la Sana Doctrina, y de la Liturgia, pero era necesario citarlo.
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LOS OBISPOS DE MÉXICO: ¡CUIDEMOS QUE EL PUEBLO NO SE CONTAGIE!.. PERO PROFANEMOS AL SANTÍSIMO.
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La comunión en la mano ya es una practica regular en este país, y la influenza ha sido el gran pretexto para introducir este sacrílego uso en los aun católicos, que se siguen preguntando ¿hasta cuando esta medida?. En estos momentos son pocos los sacerdotes que administran la comunión en la boca, como es debido, otros consideran que es opcional el recibirla en la boca o en la mano. Incluso hay parroquias donde se esta "Catequizando" a los inadaptados que consideran que no es propio tomar el Cuerpo del Señor con las manos.
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Ante tal situación es una necesidad preguntarle a los Obispos de México, ¿que duración tendrá dicha medida?, o mejor dicho, si concluyeran las medidas contra la Influenza. ¿La Jerarquía mexicana emitirá un documento donde se reestablezca la comunión únicamente en la boca?. Porque si analizamos la cuestión, nos daremos cuenta que los modernistas están muy a gusto con tal practica, y no dudarán en seguir administrando la comunión en la mano, hasta disminuir la poca fe en la presencia real de Nuestro Señor que existe en los católicos mexicanos.
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Vale la pena mencionar el acertado comentario que hiciera la Asociación Una Voce Malaga, respecto a las medidas "de higiene y seguridad" que los obispos han adoptado: “¿Alguien ha tomado alguna gripe comulgando o en la pila de agua bendita?. ¿Es más grave esta gripe que una hepatitis, por ejemplo?. No entendemos que la Iglesia se ocupe de algo que no sea la salud espiritual. Por esa regla, que los obispos andaluces recomienden a los ancianos no ir a misa en agosto, no sea que les dé un golpe de calor. Y los párrocos gallegos que recomienden a los fieles no coger el coche cuando llueve, no vayan a tener un accidente. A un minusválido tampoco le ayudaremos a bajar los escalones de la catedral, no nos vaya a contagiar algo. Y, ya puestos, mejor que ni vayamos a misa, así hay más profilaxis”.
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Estos Obispos "preocupados" por la salud de su rebaño, ¿se acordaran despues de 45 años de aggiornamiento, del acto de desagravio al Sagrado Corazón de Jesús?
" Nosotros queremos expiar tan abominables pecados, especialmente (...) las negligencias y horribles sacrilegios con que es profanado el mismo Sacramento del amor y, en fin, los públicos pecados de las naciones que oponen resistencia a los derechos y al magisterio de la Iglesia por vos fundada"..
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ANTE EL SÓLO NOMBRE DEL NUESTRO SEÑOR SE DEBE DOBLAR TODA RODILLA.
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Toda criatura debe dar gloria a Dios según su propia naturaleza. En el hombre su naturaleza es la de ser unión de cuerpo y alma; por lo que el culto debido a Dios no se limita al alma; así, la actitud exterior del cuerpo manifiesta y facilita la disposición interior del alma.
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La forma preserva la substancia, enseña Santo Tomás; y los griegos ya notaban que no hay nada en el intelecto que no haya pasado por los sentidos. Por eso como se cree se reza y viceversa, por lo visible vamos a lo invisible. El apostól San Pablo, nos dice que ante el sólo nombre de Nuestro Señor Jesucristo se debe doblar toda rodilla en el Cielo, en la tierra y en los infiernos. Y si esto es así, ¿ Que será ante la presencia Real, infinitamente más que el sólo nombre ?.
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Si contemplamos con espíritu católico el Pesebre podemos reflexionar el porqué se representa a la Santísima Virgen de rodillas ante Su Divino Hijo y saber que en la Eucaristía, en la más mínima partícula, está El mismo con su Cuerpo, Alma y Divinidad, ante el cual no somos dignos ni siquiera de acercarnos y si su amor por la criatura lo llevó no sólo a hacerse hombre sino hostia, no significa que le podamos negar las muestras mínimas de adoración, amor y respeto, a este respecto todo lo que hagamos es poco. Si el sacerdote puede tomarlo con la mano para darlo es por que sus manos han sido ungidas y esa es su misión (dar lo sagrado-Sacer Dos).
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LA IRREVERENCIA.
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La irreverencia y la liviandad generalizadas con que se trata la Eucaristía en nuestros días es algo inédito en la Iglesia y han degenerado en esa falta de respeto que significa el “self-service” organizado en algunas ceremonias. Sí, comunión de pié, en la mano, mojando la Hostia en el Cáliz, el no preocuparse de las partículas que caen en el suelo, etc., etc. ha creado un clima de desacralización que unido a la poca preocupación por el estudio del más elemental catecismo, contribuye fuertemente a la paulatina, pero inexorable perdida de fe, especialmente en las nuevas generaciones que en su mayoría sólo tienen la noción de lo que ven.
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Un comunista, que le explicaron lo que enseña la Fe Católica al respecto de la Eucaristía, dijo: “No creo lo que ustedes dicen, pero si lo creyera, andaría de rodillas en su iglesia”.
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En el documento Eucharisticum mysterium (Instrucción sobre la adoración del Misterio Eucarístico), la Sagrada Congregación de los Ritos establece que: DE ACUERDO A LAS COSTUMBRES de la Iglesia, los fieles pueden recibir la comunión tanto arrodillados como parados...” En este documento y el los otros, cuando se habla de lo que se permite se establece que es según las costumbres de la Iglesia; ahora bien, canónicamente sólo se considera COSTUMBRE la práctica que con anuencia de la jerarquía y pacíficamente, es decir sin resistencia alguna, se haya practicado por espacio mínimo de 30 años; por lo tanto está fuera de la misma norma Litúrgica positiva la imposición actual que se ejerce en muchos lugares para recibir y tratar la Santa Comunión.
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¡NO ULTRAJEMOS MAS A NUESTRO SEÑOR!
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"Por eso Dios lo exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre. Para que ante el nombre de Jesús, toda rodilla se doble, en los cielos, en la tierra y en los abismos (Filip. 2, 9)

jueves, 24 de septiembre de 2009

Contra el fundamentalismo y el falso dogmatismo laico

¿Existe Libertad de Opinión en la Iglesia?
"In dubiis libertas, in necesariis unitas, in omnia charitas".
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In dubiis libertas, in necesariis unitas, in omnia charitas”,
"En la duda libertad, en lo necesario unidad, en todo caridad".
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Con esta sentencia de San Agustín se ponía fin a una larga discusión sobre los márgenes de acción intelectual que los cristianos teníamos dentro de la Iglesia.
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¿Qué quiere decir esto? Que salvo en materias que son dogmas de fe - es decir, son obligatorias siempre y en todo lugar para todos los católicos sin excepciones ni restricción, debemos creer aquello que la Iglesia nos manda creer y que el Santo Padre ha enseñado con las estrictas condiciones que supone su infalibilidad - tenemos libertad de opinar y pensar lo que sea siempre que nos mantengamos fieles en el espíritu a las dos fuentes de revelación que son las Sagradas Escrituras y la tradición.
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Esta prerrogativa es garantizada, dentro de la Iglesia, aún en el nuevo Código de Derecho Canónico en el canon 212 que no sólo se reconoce el derecho sino que inclusive a veces el deber de expresar la opinión, hasta de manera pública, por parte de los fieles.
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A quienes estudiamos con frecuencia el legado de los Santos Padres y los escritos y documentos que depositaron en nuestras manos todos los santos, papas, concilios, etc., nos resulta difícil conciliar el contraste patente entre el espíritu de libertad y de vida bullente de los primeros tiempos y de la Edad Media con el espíritu moderno que suprime muchas veces esta libertad en pro de una mal entendida fidelidad al Sumo Pontífice o a la Iglesia.
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Y la verdad es que tenemos libertad de opinión en todo lo que deseemos mientras no caigamos en contradicción con lo dogmático.
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En las universidades medievales, por ejemplo, podíamos ver enfrentarse santos respecto a materias importantes sin que por esto se excomulgasen mutuamente, se condenasen o la Iglesia apartase a uno de ellos en beneficio de otro por su simple opinión, aún cuando fuese manifiestamente contraria al pensamiento general de los fieles y del magisterio.
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Pongamos un ejemplo para ilustrar mejor la cuestión: santos, papas y documentos de primer nivel apoyan la idea de que María Santísima no murió sino que durmió y desde ese estado fue elevada en cuerpo y alma a los cielos. Otra porción de santos, papas y documentos apoyan la idea de que murió y fue elevada en cuerpo y alma a los cielos como lo sostiene el papa Pío XII en la parte no dogmática del mismo documento en que define el Dogma de la Asunción de Nuestra Señora. ¿Qué es obligatorio creer de esto? Lo que el rosario nos recuerda, esto es, que subió al cielo en cuerpo y alma.
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Los motivos a favor de la primera tesis son los siguientes: si Nuestra Señora fue concebida sin pecado (dogma de la Inmaculada Concepción, obligatorio de creer) no pudo morir ya que esto es consecuencia del pecado original. Dios, entonces, la habría preservado de esta penosa circunstancia y habría querido hacerla en todo hija predilectísima de Su corazón y la habría atraído al cielo en las condiciones comentadas.
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La segunda tesis cree ver en Nuestra Señora un amor tal a su Hijo que quiso compartirlo todo con Él, incluso la muerte y así asimilarse más a El. Por lo mismo, habría muerto y luego habría resucitado para ascender a los cielos como decíamos.
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En lo personal, todo católico tiene libertad para pensar, argumentar y creer cualquiera de las dos formas mientras no niegue su asunción a los cielos.
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Impresiona mucho a los seglares poco acostumbrados al estudio de la historia de la Iglesia y de la teología que una materia tan importante y que toca a la criatura más importante del universo, por quien tenemos más amor que a ningún otro ser creado, esté sujeta a tamaña libertad de opinión. Sin embargo, ni los primeros ni los segundos son herejes, cismáticos o infieles a la Iglesia, ni pecan de falta de devoción a la Santísima Virgen.
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Y así como es en este tema, lo es con muchísimos otros. Las únicas condiciones que nos pide la Santa Iglesia, madre y maestra de la Verdad, son que mantengamos caridad en todo momento del debate, fidelidad a la doctrina, respeto por los pastores y espíritu de unión con las verdades primordiales reveladas por Dios en las Sagradas Escrituras y la Tradición de la Iglesia.
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Hoy en día asumimos con demasiada frecuencia, lamentablemente, tesis fundamentalistas y fanáticas que cierran toda puerta al crecimiento espiritual de la Iglesia. Y es que sólo la autoridad eclesiástica puede condenar una tesis como herética. Tengo a mano una edición del Catecismo Mayor prescrito por SS Pío X (Ediciones Magisterio Español, Madrid, 1973) que recomiendo a los lectores por constituirse como un breve manual de fe que conviene estudiar diariamente para formarnos en doctrina. Aquí leemos: “¿Quiénes están fuera de la verdadera Iglesia? – Están fuera de la verdadera Iglesia los infieles, los judíos, los herejes, los apóstatas, los cismáticos y los excomulgados”. Más adelante define: “¿Quiénes son los herejes? – Herejes son los bautizados que rehusan creer una verdad revelada por Dios y enseñada como de fe por la Iglesia católica; por ejemplo, los arrianos, los nestorianos y varias sectas de los protestantes. ¿Quiénes son los apóstatas? – Apóstatas son los que abjuran, esto es, niegan con acto externo la fe católica que antes profesaban. ¿Quiénes son los cismáticos? – Cismáticos son los cristianos que, sin negar explícitamente ningún dogma, se separan voluntariamente de la Iglesia de Jesucristo, esto es, de sus legítimos Pastores. ¿Quiénes son los excomulgados? Excomulgados son aquellos que por faltas gravísimas son castigados por el Papa o por el Obispo con la pena de excomunión, en cuya virtud son, como indignos, separados del cuerpo de la Iglesia que espera y desea su conversión” (artículos 226, 229, 230, 231 y 232).
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Cito esto para ilustración de los lectores y para ayudar a la comprensión de las verdaderas dimensiones del cisma o de la apostasía. Quiero decir que no rompiendo la unión con el Santo Padre como autoridad y con la fe como dogma, tenemos plena libertad de acción.
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Por prudencia la Iglesia ha debido condenar muchos excesos contemporáneos, pero no por eso debemos asfixiar la libertad de pensamiento y de acción que existe en la Iglesia.
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El Señor nos enseña que la Iglesia es un gran árbol, con una copa inmensa y acogedora, en la cual distintos pájaros vienen a hacer sus nidos en diferentes ramas. ¿Cómo no conmovernos ante esta bellísima descripción de la Iglesia? Benedictinos y franciscanos, jesuitas y carmelos, cartujos y salesianos... ¿No son en apariencia contradictorios o muy distintos si se analizan inflexiblemente y por partes? No, porque cada pertenece a este gran árbol y ninguno de ellos se aparta de la Iglesia, como nadie se aparta por sostener opiniones distintas a las que otros sostengan.
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Queda un último factor importante de resaltar: la falsa obediencia a la autoridad eclesiástica. Con esto deseo señalar un error frecuente que observo en los fieles y consiste en creer que por la misma investidura toda opinión emanada de la autoridad debe ser asumida como dogma de fe. Y sabemos que la Iglesia se compone de hombres y que los hombres son falibles. No digo con esto que necesariamente toda la enseñanza de la Iglesia sea errada, ya que esto constituiría una aberración por negar la acción del Espíritu Santo en la Iglesia. Si un sacerdote opina como mejor el color rojo para un automóvil, y yo creo como mejor el verde, no por eso me expongo a la excomunión o al cisma. Y así con todo lo que no sea materia de fe y de dogma. Y si, por desgracia, en la jerarquía algún (os), en un momento dado, se separaran de modo evidente de la enseñanza perenne en materias definidas por el Magisterio, corresponde por un deber de caridad, al fiel, actuar al tenor del canon mencionado.
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Junto con esto se presenta anexo otro problema y es una falsa humildad. Todos los fieles podemos opinar aunque la prédica esté reservada sólo a los consagrados por sacramento para ello. Es decir, los fieles también pueden y deben opinar mientras lo hagan con conocimiento, buena fe y celo por la salvación de las almas. También el código de derecho canónico nos recuerda que los fieles juegan un papel auxiliar en la labor pastoral del Obispo y que constituye una obligación indicar y anunciar los problemas y perspectivas que pueden contribuir a su mejor gobierno.
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Aún incluso podríamos diferir de la opinión del Santo Padre, sin caer en cisma, apostasía, herejía o excomunión. Descarto, evidentemente la rebelión abierta o escondida, el espíritu pecaminoso de contradicción, la exhibición fatua de conocimientos o incluso la maliciosa interpretación de sus pronunciamientos. Nosotros le obedecemos por amor y fidelidad, pero sus pronunciamientos y documentos no son dogmáticos sino directivas pastorales importantísimas para el buen gobierno de la Iglesia y del mundo; ese mismo amor y fidelidad pueden obligarnos, en un momento dado, a disentir respetuosamente.
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¿Qué quiere decir esto? Que cualquier autoridad puede equivocarse, como cualquier laico puede equivocarse. Sólo el Santo Padre, cuando enseña en cuanto tal, y en las condiciones especialísimas denominadas ex cátedra, es infalible aquí, ahora y en todo momento y lugar.
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Deseo llamar a los lectores a una profunda reflexión sobre el estado de abatimiento en el trabajo intelectual dentro de la Iglesia y a estimularles recordándoles la virtuosa libertad para trabajar en todo aquello que sea importante para la salvación de las almas, la gloria de Dios y el advenimiento de Su Reino. Para ello no es necesario que caigamos dentro del renacentista defecto del intelectualismo hermético en sus términos y arduo en su exposición. Discutamos, como en las épocas primaverales de la espiritualidad cristiana, y luchemos por echar luz y sabor al mundo según la máxima evangélica: Iglesia somos todos, y el Santo Padre nos llama, nos urge a una nueva evangelización, nueva en métodos y eterna en principios que la inspiran.
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Dios sea alabado y María glorificada en sus santos, sus mártires y todos los devotos fieles que les aman de verdad.
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Así que, hermanos míos amados, procurad estar firmes, inconmovibles, aventanjándoos en la obra del Señor continuamente, sabiendo que vuestra fatiga no es vana en el Señor (1 Cor. 15, 58)

San Pío X

"porque los verdaderos amigos del pueblo no son ni revolucionarios ni innovadores, sino tradicionalistas" (Enciclica Notre Charge Apostolique)