miércoles, 13 de mayo de 2009

Monseñor Williamson

El Vaticano II contradice la Verdad Católica.. ¡Definitivamente!


Después de que, con el Concilio Vaticano II, la Autoridad Católica y la Verdad Católica conformaron emprendimientos substancialmente divergentes, los católicos que se aferraban a la Autoridad han tenido problemas con la Verdad, y los católicos que se aferraban a la Verdad han tenido problemas con la Autoridad Católica. ¿Qué puede ser más lógico? Católicos de ambos lados suspiran por una reunificación; y especialmente entre los católicos conciliares decentes, esto toma la forma concreta del ardiente deseo de que el Papa Benedicto XVI y la Fraternidad Sacerdotal San Pío X lleguen a un entendimiento.
.
Muy bien; pero hay un problema: El Vaticano II contradice la Verdad Católica, fuera de la cual —porque su Divino Maestro, Nuestro Señor Jesucristo, es “el Camino, la Verdad y la Vida” (Juan XIV, 6)— se disuelve la Autoridad Católica. Para probar la contradicción, léase, por ejemplo, “El Concilio Vaticano II y la Libertad Religiosa”, de Michael Davies, donde el autor muestra que, mientras la Iglesia Católica siempre ha enseñado que ningún hombre tiene un verdadero derecho a que se le permita la propagación de errores, el Concilio Vaticano II (“Dignitatis Humanae”) enseña que cada hombre tiene un verdadero derecho a que no se le impida la difusión de errores (salvo el orden público; véase, en particular, el capítulo XXII de la obra de Davies). La contradicción es directa.
.
A primera vista puede parecer poco significativo, porque ¿qué importaría si unos pocos alocados dijeran algunos sinsentidos en público? Pero, de hecho, la diferencia entre el derecho y el no derecho a propagar el error, es la diferencia entre un espectáculo cómico de Hollywood y el Señor Dios de los Ejércitos, cuyos truenos y relámpagos conmocionaron de terror los corazones de los israelitas incluso a millas de distancia del humeante Monte Sinaí (Éxodo XX, 18-21).(
[1])
.
De hecho, toda acción humana obedece a algún pensamiento. El pensamiento es transmitido entre los hombres, o publicado, sobre todo con las palabras. Así, el ser y la acción de toda la sociedad humana depende de los intercambios de palabras; por lo tanto, o la verdad y el error no tienen importancia para la existencia de toda sociedad y la orientación en uno u otro sentido, o toda sociedad debe controlar las expresiones públicas en su seno, por lo menos en el grado suficiente para comprobar si se transmiten errores significativos.
.
Ahora el único límite establecido por el Concilio Vaticano II para las expresiones públicas, es que no deben perturbar el “orden público”. Por lo tanto, para el Concilio Vaticano II cualesquiera herejías o blasfemias pueden ser pronunciadas en público, siempre y cuando no sea necesario llamar a la policía, ¡y cualquier deidad que pueda existir debe someterse ante esta “libertad y dignidad de la persona humana”! Por el contrario, el Señor Dios del Sinaí, la Santísima Trinidad, cuya Segunda Persona es Jesucristo, nos dice que deberemos dar cuenta de toda palabra ociosa (Mt. XII, 36), e incluso de pensamientos pecaminosos (Mt.V, 28). Por lo tanto, de conformidad con el Dios de la Verdad (y tanto más cuanto mejor lo haga), controle la sociedad católica que no haya propagación pública de errores contra la fe o la moral.

.
+Kirie eleison.

Londres Inglaterra.

Obispo Richard Williamson.

.

.
[1]) El fragmento completo es el siguiente: “Todo el pueblo percibía los truenos, los relámpagos y el sonido de la trompeta, y (veía como) el monte humeaba; y viéndolo el pueblo temblaba y permanecía a distancia. Y dijeron a Moisés: “Habla tú con nosotros, y escucharemos, pero no hable Dios con nosotros, no sea que muramos”. Respondió Moisés al pueblo: “No temáis, pues para probaros ha venido Dios, y para que su temor esté ante vuestros ojos, a fin de que no pequéis”. Así el pueblo se mantuvo a distancia; pero Moisés se acercó a la densa nube en que estaba Dios”.
..
Comenta Monseñor Straubinger este pasaje: “Es sintomático este miedo del pueblo escogido. Tiene más miedo cuanto más cerca está de Dios; su ideal es un Dios distante y abstracto, que no hable tan fuerte. Este miedo a Dios no es otra cosa que miedo a la responsabilidad. Por eso encuentran siempre buena acogida los que amortiguan la voz del trueno del Todopoderoso con apaciguamientos y atenuantes humanos. Solamente la infancia espiritual puede conocer a Dios y oír al pie del Sinaí el retumbar del trueno, el resonar de trompas, ver relámpagos y no tener miedo”.
.
.
.
“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Juan 16, 6) dice Nuestro Señor Jesucristo

1 comentario:

Catolicidad dijo...

Les notificamos que existe un RECIENTE tutorial-video con la explicación completa de cómo celebrar la Santa Misa tradicional católica.
Está excelente. Muy útil para sacerdotes que deseen aprender a oficiarla, acólitos y laicos que deseen profundizar en la liturgia.Favor de ver en:

http://catolicidad-catolicidad.blogspot.com/2009/05/como-celebrar-la-misa-catolica.html

San Pío X

"porque los verdaderos amigos del pueblo no son ni revolucionarios ni innovadores, sino tradicionalistas" (Enciclica Notre Charge Apostolique)